CAPÍTULO 46. BODA

34 3 9
                                    

No sé en qué momento, se pasaron 3 meses...

Mamá, Marian y Ana se encargaron de organizar todo, hasta mi vestido lo eligieron ellas, yo no quería nada que ver con ese asunto.

Era obvio que no tenía la certeza de querer casarme.

Estaba llena de dudas.

Meses atrás, nuestro compromiso fue anunciado en la prensa y recibimos llamadas hasta de la familia de mamá, a la cual obviamente no invitaríamos.

La última prueba de vestido y maquillaje fue una montaña rusa de emociones para mí, aunque me veía hermosa, no estaba feliz, no podía dejar de pensar en que esto pudo ser con Joel.

Pero debía aterrizar, Carlos era un buen hombre y no podía defraudarlo.

Todo estaba listo, no podía dar marcha atrás, mamá me botó intranquila y quiso hablar conmigo al respecto.

—Nena, ¿Qué pasa? ¿No estás feliz?

—No lo sé mamá, siento muchas cosas que no puedo definir.

—¿Estás segura que quieres casarte?

—La verdad... —hice una pausa y un suspiro se me escapó —No, —proseguí.

—No te preocupes mi amor, es normal, me pasó lo mismo cuando fui a casarme con tu papá.

—Si, debe ser eso, la emoción del momento.

Faltaban solo dos días...

Esa noche, no pude dormir bien, soñé con él, la misma escena, él en la puerta...

Tenía la ansiedad a mil, era incontrolable; no sé a qué hora me dormí, pero al levantarme por el ruido del timbre, no había nadie en casa, era una encomienda para mí.

Un sobre, sin remitente, dentro, había un pasaje de avión a mi nombre, fecha y destino abiertos, y adjunto una nota, "no te cases, espérame", mi corazón casi se sale de mi pecho, estoy segura, que era la letra de Joel...

El día de la boda estaba lleno de emoción. Yo estaba lista para dejar el pasado e iniciar una nueva vida con Carlos.

Mi papá, estaba intranquilo, él sabía que algo me sucedía, a nadie le conté lo del sobre, no quería preocuparlos.

—Hija, te noto muy distraída, ¿Qué pasa?

—Nada papá, los nervios usuales imagino.

—Nena, si no quieres hacer esto lo entenderé, pero no vayas a comprometerte solo por no quedar mal, hagas lo que hagas, siempre te voy a apoyar.

Lo abracé muy fuerte, un par de lágrimas rodaron por mis mejillas y decidí continuar.

Cuando llegamos a la iglesia, la atmósfera estaba llena de felicidad y esperanza. Me preparaba para el gran paso que daría al quedar ligada para siempre a mi prometido. Estaba radiante con mi vestido blanco, sonó la marcha nupcial y papá orgulloso me acompañaba del brazo hasta el altar.

—Muchacho, —dirigiendose a Carlos, —En tus manos te entrego mi mayor tesoro, cuidarla, amarla, protegerla, respetarla y hacerla feliz, ahora es tu responsabilidad.

—Así lo haré señor, —respondió, —Daré mi vida por su felicidad si es necesario.

Todo iba sobre la marcha, sin embargo, todo cambiaría en un segundo, ninguno de los presentes se esperaban lo que ocurriría a continuación.

De pronto, el gran ajuar de la boda fue interrumpido por el sonido de un motor. La gente se apartó a un lado, sorprendida, al ver que una motocicleta se detenía frente a la iglesia.

Mi corazón  se aceleró cuando a lo lejos vi un conocido rostro...

Era él... era Joel.

Ahí estaba parado en la puerta de la iglesia, venía a evitar mi matrimonio con Carlos, quién no entendía lo que sucedía, él sabía que aún amaba a Joel y que sólo me había resignado a su supuesta muerte, pero ahora, el hombre que tenía la culpa de mi dolor y tristeza había venido a poner fin a ello.

Habían pasado cinco años desde que Joel desapareció y mi familia y yo creíamos que estaba muerto. Su padre nos había convencido de ello y no tuvimos más remedio que creerle, intenté buscarlo pero nunca obtuve alguna pista que estuviese vivo, todos a mi alrededor se encargaron de hacerme desistir en mi búsqueda, pero yo siempre tuve la esperanza de volverlo a ver, ahora... me debía muchas explicaciones.

Salí corriendo hasta él, dejando mis tacones y mi velo en medio de la iglesia.

Me sentía abrumada por el cariño que en este tiempo empecé a sentir por Carlos y por cumplir mi promesa de matrimonio. Pero mis sentimientos por Joel seguían intactos.

Apenas hizo falta una mirada para entendernos. Después de tantos años separados por la trágica circunstancia, corrí hasta él en medio de llantos y alaridos. Carlos se vio plantado frente al altar mientras yo lo dejaba ahí sin importarme nada.

La gente me miraba con asombro dejar todo tirado por el desconocido de la motocicleta. 

No miré atrás. Estaba demasiado ocupada disfrutando de la libertad de estar juntos de nuevo, sintiendo la intensidad de un amor que no se había perdido ni un poco a pesar de los años que habían transcurrido.

Habíamos encontrado el camino de regreso a la felicidad que en el pasado compartimos y no podíamos dejar de sonreír y suspirar, agradeciendo la magia del destino que los había reunido nuevamente.

Sin decir una sola palabra, subí a su motocicleta y nos perdimos en el horizonte, dejando atrás un mundo herido y una pequeña bola de nieve llamada amor.

Carlos fue dejado conmocionado frente al altar, sin palabras para expresar su dolor y su incredulidad ante la mirada atónita de los presentes.

LOS CHICOS DE LOS QUE ME ENAMORÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora