Sabor a sal

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Patrick estaba con sus padres en la estación de policía, la cabeza descansando en el hombro de su madre siendo abrazado mientras su padre hablaba con un oficial.

-Todo estará bien, cariño

Su madre acarició su cabello con dulzura mostrando calma e intentando transmitirla a su hijo, pero Patrick tenía la vista perdida sobre la figura de su padre intercambiando palabras con el oficial. Se levantó cuando fue llamado para atestiguar y dar el nombre del agresor, su padre le dio una palmada en el hombro para calmarlo junto a una mirada preocupada.

-¿Ya podemos ir al hospital?- preguntó al dejar la estación.

-Claro que sí- respondió su padre.

El viaje en el auto fue silencioso por su parte, sus padres estuvieron discutiendo sobre todo ese problema legal. Patrick estaba asustado, por Frank y por sí mismo. Nunca había estado en una situación así, todavía seguía temblando, y le preocupaba el estado de su novio, temía que no fuera a despertar en un largo tiempo. ¿Y si lo dejó en coma? Fuertes golpes y traumas pueden provocar eso, pensaba preocupado. Retorcía sus dedos, se mordía las uñas y no dejaba de subir y bajar la pierna. Sus pensamientos comenzaron a ir en todas direcciones imaginando posibles resultados para toda esa situación, terminando en una gran pregunta. ¿Qué pasará con Frank? Era mayor, podía vivir solo, pero no tenía forma de mantenerse a menos que consiguiera trabajo. Podría ayudarlo a conseguir algo, su padre tenía contactos, su madre muchos conocidos y él podía ayudar con su currículum. El único problema era que a Frank no le gustaba depender de alguien más, odiaba sentirse en deuda con otra persona, en especial por la dura relación con aquel hombre que ni dinero le dejaba usar.

-Patrick, ya llegamos

Su madre lo sacó de sus pensamientos cuando el auto se detuvo. Cuando ingresó al hospital Patrick se apresuró al elevador y movió sus dedos nervioso durante el corto trayecto, sus padres lo vieron salir con paso rápido en cuanto las puertas se abrieron y detenerse frente a una habitación. Alzó el puño pero no se animó a golpear. Miró a sus padres en el pasillo y estos sin decir nada entendieron su súplica.

-Estaremos en el área de visitas en la cafetería- dijo su madre.

El padre le dio su apoyo con un leve apretón en el hombro y se fue con su esposa. Cuando estuvo solo, Patrick tomó aire y llamó a la puerta. Fue un acto de cortesía sobre todo, porque Frank aún no había despertado y no podía responderle. Entró cerrando la puerta detrás suyo y se acercó a la camilla, le dolió ver al rubio tirado allí. Tenía vendas por todo el cuerpo, aunque no estaba envuelto como momia, incluso su desarreglado cabello era despeinado por el vendaje que cruzaba su frente y parte superior de la cabeza.

Lo cubrió con las sábanas murmurando quejas sobre como los enfermeros dejaban expuestos a los pacientes al frío y no le daban nada de privacidad enseñando sus heridas como si nada. Cuando estaba terminando de hacer un doblez en el extremo sobre el pecho de Frank fue sorprendido por un repentino agarre en su muñeca y vio cómo el rubio apretó los ojos.

-No me toques, papá...

-Frank, soy Patrick

El mayor abrió los ojos despacio para acostumbrarse a la luz a pesar de que esta era escasa, solo la luz del día entrando por la ventana iluminaba el cuarto, esto era para que el paciente pueda descansar mejor. Frank giró la cabeza y vio la alta figura a su lado, reconoció el suéter rojo.

-¿Pat?

-Sí, soy yo. ¿Estás bien? ¿Estás del todo consciente?

-Eso depende...- respondió con voz cansada.

-¿Depende de qué?

-De si estoy soñando o realmente tengo a Brad Pitt cuidando de mí

Patrick resopló y se sentó con cuidado sobre el colchón.

-Lo siento, solo soy yo

-Es lo mismo para mí

-Sí que eres fan del cine

Frank formó una débil sonrisa que borró enseguida y miró a su alrededor.

-¿Cuántos días estuve aquí?

-Solo dos por suerte

-Eso explica tu ojo sano. ¿Ha venido...?

-¿Tu padre? No. Oficialmente tiene prohibido verte o acercarse a ti

-¿Oficialmente? Pat, ¿qué hiciste ahora?

-Yo nada. Todo lo hizo una orden de alejamiento y una llamada a servicios sociales

-Creí que no ayudaban a mayores de edad

-Mi padre se encargó de que lo hicieran

-Tu padre. Nunca me dijiste que es lo que hace

-Es abogado

-Ahora todo tiene sentido. Con razón eres un soldadito perfecto

-Por favor no me llames así

Frank soltó una suave risa y acarició la mano que no había soltado desde que despertó. Patrick se alarmó cuando el mayor comenzó a llorar y le tomó suavemente el rostro.

-¿Estás bien? ¿Te duele algo?

Frank negó y miró a su novio a los ojos, no estaba sonriendo, no estaba alegre ni feliz ni contento. Se sentía aliviado, un gran peso que cargó toda su vida le fue quitado de encima y la sensación fue abrumadora.

-Gracias

Patrick le limpió suavemente la cara con la manga de su suéter y se inclinó para besar con mucho cuidado su mejilla. Cuando se apartó lo miró por unos instantes antes de ponerse de pie repentinamente y salir de la habitación. Frank se quedó confundido y seguía estándolo cuando su novio regresó 10 minutos después con una sonrisa en el rostro. El mas alto se acercó a la cama, aclaró su garganta y puso su mejor expresión de seriedad.

-Debido a tu situación ya no podrás regresar a tu casa, pero no te preocupes, encontré un lugar para que te quedes

-¿En serio?

-Mis... Um, mis padres aceptaron darte asilo en nuestra casa. S-Si tú quieres, claro. Aunque dormirías conmigo porque mi madre usa la habitación de huéspedes para guardar cosas del trabajo y... cosas que ocupan el espacio

La cara del rubio se iluminó por completo y olvidó todo dolor físico al lanzarse para abrazar al mas alto por la cintura.

-¡Te amo, Patrick!

-N-No lo digas tan alto

-¡Te amo! ¡Amo a Patrick Watts!

El rostro colorado del menor casi lograba camuflarse con su ropa. Sin embargo, a pesar de la vergüenza y la pena, Patrick devolvió el abrazo e incluso se permitió cerrar los ojos para disfrutar el momento. Frank seguía oliendo a playa, su lugar favorito y mas especial.

Frank El Payaso (Frantrick/Freebatch)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora