𝙊𝘽𝙎𝙀𝙎𝙄𝙊𝙉

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...

Un silencio abrumador dominó la habitación en la que yacía Sanemi con
fluidos saliendo de su entrada y marcas de “amor” por todo su cuerpo. Se
levantó de ahí sintiendo como tenía su parte baja adolorida y sus piernas
temblaban por el asco que sentía hacía Tomioka pero sobre todo a sí
mismo, había sido violado de nuevo y esta vez lo había “disfrutado”, era
placentero para él y eso lo llevó a sufrir de arcadas estando ya solo y trató
de aguantar las ganas de vomitar pero no podía por lo que, tras una
arcada terminó vomitando prácticamente agua junto a su ácido estomacal
porque Sanemi no quería comer, tenía miedo de comer lo que le hacía
Giyuu.
La sustancia viscosa manchó el piso de madera y Sanemi estalló en un
llanto donde su respiración estaba entrecortada por la crisis que estaba
atravesando, todo era una mierda en ese momento. Sanemi lloraba del
asco que sentía, el grifo de sus lágrimas estaba abierto y no dejaría de
llorar por horas, había sido destrozado.

Habían pasado 2 semanas desde que Sanemi había desaparecido,
Tomioka se encontraba sentado tomando un té, en la tele estaban pasando
las noticias y eso realmente no le interesaba en absoluto.

No hasta que vio
una cara muy conocida en la pantalla, era Sanemi, estaba apareciendo por
todas partes y él no se había dado cuenta.

Viendo con atención la televisión, temía ser descubierto ya que era obvio
que lo iban a tachar de sospechoso.
Apagó la televisión y miro el techo pensando en que hacer, eran tantas
ideas y todas podían ser descubiertas rápidamente.

Pensó en dejarlo salir a aclarar las cosas, no era muy buena idea pero
tampoco era mala, después de todo podía drogar y amenazarle para que no
haga nada, lo tenía bajo su control.
Levantándose de su asiento, entró a la habitación donde yacía el albino
acostado en la cama
acercándose a él, acarició con ternura su rostro mientras sonreía amoroso.

—¿Qué?...—Con una voz quebradiza, Sanemi se dió la vuelta para verlo a los
ojos.

—La policía te está buscando, así que necesito que salgas y le digas a
todos que estás bien —Dijo con seriedad, provocando le unos escalofríos al
mayor.

—¿E-eso solo?...

—Y terminarás con Kocho—Sanemi abrió los ojos achicando sus pupilas a
más no poder. Iba a decir algo pero rápidamente mordió su lengua para
callarse, el la amaba, no quería dejarla.

—Si no lo haces, te daré el peor castigo que puedas soñar.—Acercándose a
su oído, susurró.— La torturaré hasta la muerte enfrente de tus ojos.

Sin darse cuenta, al albino se le cayeron varias lágrimas de sus ojos,
cerrándolos con fuerza, asintió con rapidez.

—¿Qué vas a hacer entonces?, ¡Habla!

—¡V-voy a terminar con Kanae y diré que estoy bien!—Tomioka sonrió
malicioso, acariciando el cabello del albino con ternura, se levantó de la
cama.