Capítulo 38

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(*año 1078, ciudad de Bolonia, Italia*).

Kang Seulgi, una recién nacida de origen asiático, perdió a sus padres por culpa de la peste bubónica a una muy corta edad. Los doctores no sabían qué hacer con ella, debido a que no parecía estar contagiada, pero juntar a la bebé con los otros, podría matar a los que no habían tenido contacto con la enfermedad.

En ese momento no se sabía la forma en la que esta se esparcía y arriesgarse podría solo traer más muerte. Así que el doctor encargado del hospital decidió verla desde cerca, hasta que pasara el periodo que consideraban peligroso.

En fin, Seulgi nunca se enfermó y el doctor desarrolló un apego enorme por la niña, que era tan tierna, amable, curiosa e inteligente que él simplemente jamás pudo negarle nada. La amaba como a su hija e hizo hasta lo imposible para saciar su hambre de conocimiento.

Ese fue el inicio de todo, Seulgi aprendía sin descanso sobre todo lo que tenía a su alcance, hasta que eventualmente se terminó de leer todo lo que había en la biblioteca de la casa de su padre, el doctor Amadeo Alonzo Bianchi, cuyos nombres literalmente significan "Amor de Dios" y "Noble y listo".

Seulgi lo amaba y admiraba como a nadie, así que cuando se creó la Universidad de Bolonia (la primera universidad existente en occidente) y su padre empezó a dar algunas clases ahí, decidió que su objetivo en la vida era ser como él. Ella quería convertirse en una maravillosa doctora que salvara vidas y enseñara a otros a hacer lo mismo.

Era el año 1088 d.c y no paraba de decirle a su padre que quería acompañarlo, que quería verlo hacer sus clases y aprender. Pero el doctor, con todo el dolor de su corazón, tuvo que decirle que no porque Seulgi no solo era una niña pequeña, sino que también era mujer y por esa razón, jamás sería bienvenida ni en la Universidad de Bolonia ni en ninguna otra.

Eso le rompió el corazón en mil pedazos tanto a ella como a él, sin embargo eso no fue suficiente para detener a ninguno de los dos. El doctor le prometió a Seulgi que podría repetirle sus clases en casa y que le llevaría absolutamente todos los libros y material que pudiera conseguir, sin importarle que fuera una niña pequeña, porque antes que todo eso, ella era su hija. Sin embargo existía una condición para la pequeña Seulgi y esta era que podría aprender absolutamente todo lo que deseara, mientras no saliera ella misma a buscar el conocimiento.

Y durante varios años, Seulgi se mantuvo fiel a su promesa. Nunca comentó nada a los vecinos y fingía ser solo una chica que se dedicaba a servir al doctor. Sin embargo al caer la noche, este se mantenía en la sala con una pizarra portátil y le daba como mínimo dos horas de cátedra a su queridísima hija.

Las cosas fueron bastante bien, hasta que un día el doctor empezó a tener lapsus en los que no recordaba bien las cosas. Algo que se fue volviendo más y más grave, hasta que un día el doctor Bianchi finalmente perdió el hilo en medio de una clase y no solo se olvidó de donde estaba, sino que también de quién era. Haciendo que sus adinerados alumnos se espantaran y lo acusaran de haber sido poseído por un demonio.

La iglesia católica intervino y al hombre lo sometieron a un exorcismo en la catedral de la universidad.

Ese día Seulgi podía sentir que algo muy malo estaba pasando y un sentido de alerta exacerbado la obligó a salir de casa para entrar a escondidas en la universidad, vestida de hombre.

Quiso ver a su padre, así que fue a su despacho, se paseó por las aulas y cuando estaba a punto de volver a casa, escuchó los sollozos viniendo de la catedral cercana al campus, seguidos de muchos gritos masculinos.

El Demonio Bajo La Cama: "Castillo de Arena"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora