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Mis pies están hinchados, me duelen los dedos y este cretino sólo me da órdenes. Y escuchen esto, cuando le pedí ir a almorzar, me miró y me dijo: —"Una comida menos no te matará."

No sé si me había llamado gordo o simplemente es un idiota, pero de cualquier manera me molestó.

Ahora, en nuestro camino de regreso a la oficina, me senté mirando por la ventana, no con el ánimo para mirarlo todavía.

-¿Rodrigo? -me llamó. Creo que debo cambiar mi nombre después de que este trabajo termine.

-¿Sí, señor?

-Cuando regresemos a la oficina puedes tener tu descanso, pero no antes de enviar las notas que tomaste para mí.

-Sí, señor. —¡duh! No era como si quisiera conservarlas de recuerdo.

-¿Y Rodrigo? —me llamó una vez más. Gruñí internamente, retorciéndome. ¿Y ahora qué? —Deja de mover tu pie. Me molesta. —dijo, mirándome de soslayo y divisar el moviendo de mi pie.

Miré hacia abajo y vi que efectivamente mi pie se movía. A regañadientes mordí mi labio y me quedé quieto. —Lo siento. —¡idiota! ¡lo odio!

-Y luego me dice que deje de mover mi pie porque le molesta

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-Y luego me dice que deje de mover mi pie porque le molesta. ¿Puedes creer eso? -dije frustrado, dando énfasis con el movimiento de mis manos. Me soné la nariz y sacudí la cabeza. Me sentía tan estresado.

-Carre, tal vez sólo lo encuentras difícil porque nunca has estado expuesto a un jefe que no sea alguien que conoces. —Goncho se subió las gafas sobre la nariz sin molestarse en escribir nada. Me di la vuelta en el sofá y puso mala cara.

-Pero eso no es cierto... trabajé en una tienda de comestibles durante dos años y no tuve ningún tipo de relación con el jefe.

-¿Acaso el hijo del jefe no se había enamorado de ti o algo así? -preguntó con cinismo. Ah, sí, ese chico era un poco pegote.

-Está bien, apunte tomado. -dije, alzando las manos en señal de rendimiento- Pero no tengo ningún problema con la autoridad. Este tipo es un imbécil e irracional. —creo que lo hace porque es guapo y tiene dinero. Yo soy guapo... ¡y no tengo un montón de dinero, pero luzco bien igual!

-Está bien, Rodrigo, se acabó el tiempo. Tengo una cita real en diez minutos y realmente necesito que usar el sanitario. Si todavía sigues con problemas, llámame a casa más tarde. —dijo, mirando hacia los lados y después a mí, yo asentí con la cabeza y de mala gana me bajé del cómodo sofá.

-Gracias por recibirme, Goncho. Si no fuera por ti, podría haber realmente pensado en hacerle algo. —a pesar de que las ideas seguían apareciendo, era un poco menos propenso a realizarlas... bueno, al menos por ahora.

Salí de la oficina de Goncho y me dirigí a casa. Cuando entré por la puerta principal, lo primero que veo es la luz roja parpadeando en mi contestador automático. Me quité los zapatos y presioné el botón para recuperar el mensaje:

Devil Boss ; 𝐑𝐎𝐃𝐑𝐈𝐕𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora