La Profecía de la Constelación Corazón dice que Xie Lian y Jun Wu están destinados a enamorarse. El destino los reunirá en un puente, ¿pero logrará unirlos?
Presente: La Capital Celestial está vacía, ¿qué sucedió con los dioses?
Pasado: Xie Lian es...
Xie Lian no abandonó WuYong, se dio a la tarea de recolectar todas las pulseras desechadas y las ofreció como si de un vendedor se tratase. Bajo la nieve o bajo el sol de verano, nunca dejó de buscar creyentes para Jun Wu, relataba sus pasadas glorias para recordarles lo magnífico que era el dios de WuYong. La verdad nadie quiso las pulseras...hasta que un día todo el reino retumbó y no hubiese pasado nada si sólo hubiese sido un día, pero al segundo día también.
—¡Su Alteza Real de WuYong es el único que puede salvarlos! — profetizaba Xie Lian.
—Er...chico, dame una pulsera.
Xie Lian sonrió como un arcoíris.
—¡Tenga, puede llevar para su familia también!
—Yo también quiero— llegó una mujer—, por si acaso.
Xie Lian agrió la mirada.
—Creer con convicción, por favor, no por conveniencia.
"Creer con convicción, no por conveniencia".
...
El fatídico día de la erupción Xie Lian también repartía amuletos.
La tierra tembló y desde el pico del volcán se desataron estrepitosos estallidos, enormes nubes oscuras asfixiaron la claridad del cielo y clastos salieron disparados por todas partes. Gritos de horror y desesperación fueron la melodía de aquel día. Los amuletos desaparecían de las manos de Xie Lian como cenizas al viento.
Jun Wu apareció en medio de la oscuridad y el caos, él fue la luz brillante y gloriosa. Varias personas se arrodillaron y juntaron sus palmas. Jun Wu levantó un brazo y un rayo de energía espiritual se lanzó hacia el cielo, atravesando la oscuridad y dispersándola, después otro rayo de luz, otro, y otro. Fue digno de admirar, maravilloso, Xie Lian quedó idiotizado, los listones de luz se tejieron como largas telas. El Puente Celestial se perdía en la lejanía del cielo, más alto que las nubes, más alto que la imaginación.
—¡Suban, ¿qué esperan?! — gritó Xie Lian.
No había terminado de decirlo cuando borbotones de lava fueron expelidos con violencia, la pendiente del volcán aumentó su velocidad. Corrieron como locos, empujándose unos a otros con tal de subir al puente. El camino era ancho, pero se abarrotó en un parpadeo.
—¡Déjenme pasar!
—¡Apártense!
Varios murieron pateados, otros caían del puente. Xie Lian se daba a la tarea de ayudarlos, éstos le dieron de codazos porque creían que él les quería arrebatar el lugar. Xie Lian no le dio importancia.
