Deambulamos por el pasillo de la quinta planta del hotel en busca de la habitación indicada por la carta.
-Esta es la habitación.
Llamé con los nudillos.
-Tengo yo la llave.
Lord Harold sacó de su bolsillo una tarjeta magnética con el logotipo del hotel.
Al abrir la puerta, Lord Harold me hizo esperar junto a ella, él entró a la habitación y se acercó a Stefan.
Hablaron entre ellos unos instantes y le entregó el tanga.
Stefan me hizo un gesto y entre a la habitación, era pequeña, con un par de sillones al fondo, una tenue luz de un candelabro que cubría la estancia, la cama matrimonial y una pequeña mesa de centro.
Stefan estrechó la mano del invitado y le invitó a sentarse con un gesto, en uno de los dos señoriales sillones de terciopelo y madera trabajada, oscura y rústica de la sala. Stefan se sentó junto al invitado cómodamente. Yo fui a guardar la prenda de abrigo del invitado, junto con el mío, en el armario, tal y como se me ordenó.
Cuando regresé, ellos habían iniciado una conversación, espere arrodillada ante los señores, esperando cualquier otra orden, quieta, expectante y comida por los nervios.
Al poco tiempo, se me ordenó quitarme la ropa y colocarme el contenido de mi bolso. Ya solo vestía una encorsetada prenda que dejaba ver mis hombros e intuir mis pechos, unas medias y unos zapatos de tacón. El tanga había desaparecido casi con el saludo del extraño. Conversaban mientras yo permanecía casi inmóvil. Me sentía observada, estudiada y humillada ante ellos mientras hablaban de una cesión, de mi primera cesión como sumisa para otro Amo. Estaba obligada a mantenerme callada con la mirada en el suelo, sin moverme y soportando la tortura del objeto introducido en el ascensor.
La siguiente orden fue preparar dos copas de vino, una para el invitado y otra para mi Amo. Obedecí, pero no pronuncié las palabras mágicas “Sí, mi Señor” y, cuando regresé con las copas, vi sus caras transformadas en enfado, pero no hicieron nada. Amo Stefan me ordenó con voz firme, colocarme delante de ellos arrodillada con las piernas entreabiertas mostrándoles mi sexo rasurado y húmedo.
Sabía que mi acción anterior tendría consecuencias, como así fue… Stefan dio un sorbo a su copa, la saboreó, miró al invitado y se levantó dirigiéndose hacia mí. Me cogió del pelo y tiro de este, haciéndome arquear el cuerpo. Me habló con voz firme:
-Recuerda quién soy, sumisa, y cómo debes contestar a todas mis órdenes, (tiró con más fuerza)¿entendido?. Repitió propinándome otro tirón.
-Sí, sí, mi Señor, entendido, lo siento. Le contesté.
Entonces bajó de forma brusca la parte superior del corsé y sin miramiento alguno pellizcó mis pezones y colocó dos pinzas metálicas que los mordieron con fuerza.
-Bien… – Pronunció. Lord Harold, ya puedes colocarle el collar a esta perra.
El Amo desconocido sujetaba mi collar de cuero negro con su brillante argolla unido a esta la cadena que cada semana me hacían abrillantar.
Permanecí en espera, arrodillada, taponada y pinzada durante más tiempo del que pensé que podía soportar, mientras ellos observaban, hablaban, degustaban el vino y se excitaban disimuladamente al contemplarme.
-Ven sumisa y arrodíllate ante mí. Ordenó Stefan.
Se bajó los pantalones marca-paquetes de vinilo y me atraganto con su miembro ya caliente y erecto.
-Acaríciala con tu lengua, acaricia lento y lame, pero no chupes ni te la introduzcas en tu boca, o serás castigada. Me advirtió mientras me la sacaba y volvía a respirar.
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Cesión o Sesión, esa es la cuestión...
RomanceTRES son multitud o eso creía.... BDSM, HOT 🔥🔞 Alissa_Dafoe