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Introducían incesantemente sus dedos con fuerza en mí una y otra vez y luego los lamían para saborearme, eso me avergonzaba… Miraba a Lord Harold y veía cómo mordía su labio disfrutando de mi como si de un juguete nuevo se tratase.

Stefan en ocasiones simplemente observaba y cuando le miraba, asentía con la cabeza para que supiese que estaba todo bien, que todo estaba controlado. Cuando Lord Harold tuvo suficiente me retiró la cera con un pequeño abrecartas que saco de su abrigo. Stefan quitó lentamente las pinzas para que el dolor fuese intenso, grite. Lord Harold me desató de la mesilla y me ayudó a incorporarme. Mis huesos y músculos no respondían, me dolía la espalda, las muñecas, los tobillos…Maldita mesa.

-¡Ponte a cuatro patas encima de la cama, voy a follarte de forma que puedas recordar, voy a darte lo que buscas y voy a recibir el placer final que anhelo! Ordenó Lord Harold.

Sacó el juguete introducido en el ascensor que me taponaba y  me penetró con brusquedad, esa brusquedad que caracteriza a los hombres cuando buscan más su propio pla­cer que el de quien es el causante de ello. Pero estaba bien así, sería la mejor forma para no correrme y cumplir así mi promesa de negación de orgasmos con lo que a Lord Harold respecta, yo solo deseaba satisfacer a mi señor Stefan. Me centré en ser una muñequita una vez más, un objeto que ni siente ni padece, simplemente me dejé hacer mientras pensaba en cosas anti-eróticas y corta calentones. Esperaba ese final de Lord Harold, él solo era un hombre normal en busca de sexo convencional, algo que a mí no me podía aportar nada, así que en cuestión de segundos empezó a retorcerse por un tremendo orgasmo.

Quedé tendida, sin fuerzas, mojada por el sudor, agotada, pero feliz. Stefan se levantó y me cubrió con un albornoz blanco. Me besó en los labios dulcemente, me ayudó a incorporarme y dio por finalizada la sesión.

-Gracias mi niña…- ¿Has disfrutado?.  Preguntó con una sonrisa.

-Me quede a medias y lo sabe.

-Este tipo de actos fortalecen tu entrenamiento y entrega.

Lord Harold preparó tres copas de vino, un Rioja reserva 2003, un espléndido y selecto zumo que selló con un brindis, a tres, mi primera cesión como sumisa.       
  

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⏰ Última actualización: Jul 18 ⏰

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