"Tal vez estoy alucinando"

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Max.

Maldita mierda.

No sé que me pasa.

Ha pasado demasiado tiempo y es imposible para mí sacar a este sentimiento del pecho.

No sé cómo explicarlo.

Es... como si algo me faltara.

Me siento vacío.

Antes esto no me pasaba a menudo. Solo me invadía este sentimiento cuando lo recordaba a él.

Mi hijo.

Él me dejo con un gran vacío, pero eso es algo que "superé" por así decirlo.

Lo sigo extrañando ciertamente, pero aprendí a vivir con su ausencia.

Esto es algo más. Que quizá me da miedo descubrir. Mi mal humor en la universidad me indica que es por alguien en específico. Alguien que abandono esta institución.

Quizás tengo miedo que en cualquier momento regrese y revele algo mío.

Pero muy en el fondo sé que no me importa tanto que los demas se enteren de lo sucedido. Es una verdad. Y no se puede ocultar.

El director supo el incidente de mi esposa y mi hijo, por lo que la preocupación solamente es superficial.

Creo que solamente disfrutaba hacerle la vida "imposible" a Mara.

Era un caso aparte.

Es muy rara vez que ella no esta fastidiándome en mi mente.

Llego temprano a la cena con el abogado de mi exesposa, quieren que ella pague sentencia en un psiquiátrico, y no lo permitiré, no después de lo que hizo.

Mi abogado llega al restaurante donde estoy.

—buenas tardes.—saluda y yo me paro para darle la mano.

—Buenas tardes.—le indico que se siente.—bueno, me di la libertad de pedir algo para beber para ambos, espero no te moleste.

Tengo que fingir ser amable para llevarme bien con él. Y todo sea más fácil.

—está bien, —cruza los dedos—¿puedo saber para qué me cito aquí?

—bien, creo que está más que clara la intención de esta cita—contesto— sabes que ella merece pagar por lo que hizo, no puedes dejar que vaya a un psiquiátrico...

—a ver, primero que nada, seamos profesionales, ambos somos abogados, sabes que si hablo esto en tribunales tendrás repercusiones, segundo, soy abogado reconocido por una razón, y es porque siempre gano, sin importar qué, mis clientes siempre quedan satisfechos.—toma su maletín—si me disculpa, ahora tengo que seguir con mi trabajo.

—No, ¡NO!—grito golpeando la mesa—¡NO PUEDES HACER ESTO, MATÓ A MI HIJO!

Creo que estoy armando un espectáculo, pero no me importa, no puedo creer que la justicia sea tan mierda.

—Señor tenemos que pedirle que abandone el local, no se permite este tipo de acciones aquí—llega un guardia por atrás.

—¡Está bien! — me suelto de su agarre y levanto las manos— puedo salir solo.

Estoy a punto de salir del restaurante cuando veo algo más bien alguien en particular.

Una chica está sentada en una mesa para cuatro, una chica idéntica a Mara.

Tal vez estoy alucinando.

Pero al ver su cara me doy cuenta de que no es una alucinación.

Es ella.

Mi querido accidente(NUEVA VERSIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora