¿Acaso es Max?

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Max.

Mara está tendida en la cama, por suerte resulto no tener hipotermia.

Aún no despierta, los analgésicos deben ser los causantes de eso.

Hace una hora se acaba de ir un doctor, que le ha puesto una bota ortopédica en su fractura.

No he salido de la jodida habitación. Me da miedo hacerlo.

Es mi culpa todo lo que le ha pasado, y no tendré la conciencia tranquila hasta que ella esté bien. Hasta que ella parezca no necesitarme.

No me atrevo a acostarme a dormir a su lado, por eso me quedo en un sofá que tengo en la esquina de la habitación.

(...)

Mara.

Cuando despierto, todo está oscuro.

Joder, aún debo estar en el sótano.

Estoy tapada. En una cama...

¿Dónde estoy?

Los leves recuerdos me invaden.

Max.

Un tipo desconocido...

¿Ellos me salvaron?

—Mierda...—Me quejo cuando me siento en la cama.

Me duele todo el cuerpo.

—¿Mara, estás bien?—Se acerca alguien.

¿Acaso es Max?

—¿Qué hago aquí?—Ignoro su pregunta.

—No sabía donde más llevarte...—Se sienta a mi lado.—¿Cómo te sientes?

—Bien, muchas gracias...

Dios. Creí que no podría salir de ese infierno.

Esto debe ser un sueño.

—¿Él está vivo?—Pregunto con temor a que me diga que sí.

—No. No lo está—Comenta y yo suspiro de alivio.

—Muchas gracias, de verdad...

—No tienes nada que agradecer, por mí viviste ese infierno, si yo no hubiera hablado...

—Sabes, pensé mucho en eso mientras estuve ahí encerrada, demasiado. Y me di cuenta de que aquí los únicos culpables fueron mis padres, si tú no hubieses hablado con ellos, seguramente habrían buscado cualquier excusa para casarme con ese tipo.—Digo con sinceridad.

Ya no lo culpo, de verdad que no lo hago.

—Muchas gracias por sacarme de ahí.

Él parece reaccionar a mis palabras.

Se acerca a mí y me da un abrazo.

Mierda.

Mi cuerpo empieza a temblar.

No me gusta el recuerdo que me trae tener contacto físico con una persona.

—Estas tensa.—Se separa inmediatamente de mí—¿Él te obligó a algo...?

Cierro los ojos. La amargura se apodera de mi garganta.

—No lo sé... cuando eso pasaba yo me dejaba por temor, pero nunca lo disfruté—ya estoy llorando.—Dios soy patética, lo siento.

—No te disculpes por llorar Mara...—la luz de la luna me permite ver su rostro.

Está llorando.

—¿Qué pasó?—pregunto y limpio sus lágrimas.

Él cierra los ojos ante mi tacto.

—Me siento tan culpable por lo que te pasó, me duele verte así, me dolió verte en ese lugar, me duele demasiado saber que todo esto te pasó por mi culpa, sé que me dijiste que no lo es, pero ambos sabemos que si lo fue, yo soy el culpable por todo esto, por favor perdóname.—No sé en que momento ambos quedamos llorando bajo la luz de la luna.

No importa lo que haga o lo que diga.

Sé que él se seguirá sintiendo culpable.

Dios.

Estoy hecha un lío, me estoy odiando ahora mismo. Yo quería libertad, y al parecer ahora la tengo, pero no siento nada, no me siento libre ni feliz.

Dios, hasta me siento culpable por Max, mi ex profesor que juré odiar.

Está claro que ya no lo odio.

Me di cuenta de que la vida es tan corta, que desperdiciarla odiando a alguien no vale la pena.

Ahora tendré que aprender a vivir con los golpes y maltratos que dejaron una huella que jamás se borrará.

Mi querido accidente(NUEVA VERSIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora