Capitulo 2 - Patio vacío

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El sol cae sobre el cartel gigante con el nombre de la agencia de autos, y cuando él entra, el aire acondicionado está afortunadamente alto.

Hay algunos hombres que se reúnen alrededor para ver los diferentes vehículos. Se acerca hacia el futuro socio de su hermano, Eduardo, quien envuelve su mano carnosa alrededor del cuello de Emiliano, y lo besa en la mejilla.

-Pensé que no venías hoy Dibu- saluda
-¿venís a ver el autito negro?-

-No, Edu, otro día quizás, vine a verlo a Ale. ¿Está arriba?-

-Sí, pasá nomás-

Encuentra a Alejandro en la oficina, apoyado sobre una mesa de billar, saluda a su hermano asintiendo.

-¿Viniste solo?-

-Si- Alejandro lo mira, la remera que lleva puesta parece recién comprada, también las zapatillas y el pantalón. -¿Fuiste a algún lugar especial-

-Fui a ver al psiquiatra que me recomendó Kate-

Él levanta las cejas. -¿Y?-

Solo le estaba contando todo este quilombo a Alejandro porque era su hermano. Con ninguno de los amigos que tenía en Inglaterra pudo abrirse como con él.
Aunque no iba a mencionar la Sertralina, porque agunas cosas podrían permanecer completamente privadas.

Emiliano toma asiento en el escritorio de su hermano, se encoge de hombros.
-Estuvo bien, qué se yo. Toda la mierda que esperaba: preguntas sobre mis viejos, tratar de aprender sobre 'mi pasado'- dice, levantando los dedos entre comillas.

-¿Vas a ir de nuevo?-

-No sé, capaz-

-¿Le contaste que jugas al fútbol, y lo que pasó con Mandi?-

-No, le dije que soy actor de reparto- Él sonríe mientras Ale resopla. -Pero está todo ese asunto de la confidencialidad médico-paciente. Ella no puede decir una mierda a menos que le diga que voy a matar a alguien.- su hermano asiente en comprensión.

Él sonríe y deja escapar una pequeña risa. -La doctora, igualmente... está muy buena-

-¿Sí?- Alejandro se ríe. -Se supone que no podes cogerte a tu terapeuta, hermano-

-Probablemente no- acepta, riéndose.

Termina la mitad del sánguche de bondiola de Alejandro y luego se va, queriendo estar en casa donde tiene cervezas frías esperándolo.

-Che Dibu, mirá que los viejos llegaron el jueves, quieren hacer un asadito el domingo- dice Alejandro mientras abre la puerta de salida.

Él asiente. -Está bien, llamame y arreglamos-

Así es como suele funcionar. Desde que se divorció de su esposa; sus padres sólo se hospedan en la casa de su primogénito. No le parece extraño enterarse por su hermano del arribo de ambos, tampoco se comunican seguido. Honestamente, estaba sorprendido de que lo hayan invitado a participar de una reunión familiar.

El divorcio de Emiliano era un tema delicado en la familia. Mientras que su madre y su hermano lo apoyaban incondicionalmente, su padre Alberto, estaba negado a aceptar otro fracaso de su hijo. Lo culpó de ser la causa por la que su mujer buscó en otro hombre lo que su marido no le pudo dar.

Lo primero que hizo cuando finalmente se separó, fue comprar una casa de dos dormitorios y una sola planta con una pequeña pileta en la parte de atrás. No era grandiosa como algunas de las que tenían sus otros compañeros, pero le gustaba la tranquilidad que lo rodeaba.

Se quita las zapatillas en la puerta principal, tira la campera sobre el respaldo del sofá y sale al patio trasero a regar las plantas. Mientras se agacha para levantar una maceta, escucha un ruido en la pileta y mira a los dos patos que nadan ahí: un adulto y un bebé. Llevan más de un mes dando vueltas por ahí.

《La Doctora || Dibu Martinez》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora