-¡Kacchan! ¡Tengo una idea, hagamos un trato!-
-¿Huh... Un trato?-
-¡Si! ... ¡Iremos juntos a la gran escuela de héroes!-
-¡Seremos la mejor pareja de héroes de la historia!-
Varios años después, esta conversación resuena en la memoria de dos estud...
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-Hoy es el último día de clases de 2do año...- el cenizo tomó asiento junto a la camilla luego de colocar el ramo de flores que trajo en un vaso con agua, -Aunque, creo que no cuenta para ti...- suspiró pesadamente. -Aún no has despertado y, la idea de que no lo harás tiene a todos angustiados...-
Como de costumbre, éste no recibió respuesta.
-Pero yo sé que lo harás... ¿Verdad?- apretó la pálida y cicatrizada mano del peliverde, -Sé que no te atreverías a dejarme solo...- unas cuantas lágrimas caían por sus mejillas, sin embargo no emitió sonido alguno; su amargo llanto se manifestaba silenciosamente.
Katsuki permaneció ahí sentado, sosteniendo la mano de Izuku y esperando que éste diese alguna señal de vida. Por todo un mes, el chico de los afilados rubíes lo visitaba cada día sin falta; se sentaba a su lado y le hablaba por horas y horas.
A veces le comentaba sobre su día, lo ponía al día en cuanto a las lecciones de las clases, le comentaba todos los rumores que oía sin saltarse el ni un mínimo detalle. Otras veces no hacía otra cosa a parte de observarlo en silencio mientras derramaba sus lágrimas.
-Hoy te traje flores...- comentó mientras observaba el vaso, -¿Sabías que un ramo de rosas en una florería común y corriente cuesta más que un ojo de la cara? ¡Menuda estafa!- se quejó. -No te preocupes, sé que no te gusta que gaste mi dinero en esa clase de cosas, así que te traje algunas de las flores que Momo y Hagakure plantaron en el jardín...-
Observó su pálido rostro; bloqueado por aquel atroz pedazo de plástico que lo ayudaba a respirar. Pensó que, en cualquier otra ocasión, el peliverde reiría a carcajadas al contarle sobre su acto de vandalísmo para con el jardín de la residencia; sin embargo no fue así. No recibió ni la mas mínima reacción; sus peculiares pecas que generalmente adornaban su semblante ahora parecían manchas grises de un lienzo empolvado. Sus rizos, que estsban más descontrolados que nunca, le llegaban a la barbilla y estos parecían haber perdido aquel brillo verdozo que los hacía ver tan únicos.
-¿Cuándo te vas a dignar a responder?- hizo una mueca, pretendía estar enojado, -Ya te he dicho miles de veces que es de mala educación ignorar a una persona cuando te habla...- bufó. Sus lágrimas en ningún momento habían dejado de salir, pero aún así, su voz no se oía quebrada ni se le escapaba ningún sollozo. Sonaba más bien tranquilo; tenía un tono grave e irreconocible para cualquiera que lo escuchase de esa forma.
Observó nuevamente su mano, que aún sostenía; ésta se encontraba totalmente fría su piel era áspera al tacto. Subió la mirada hasta sus brazos, que estaban completamente llenos de cicatrices y golpes; su torso se encontraba vendado, al igual que sus piernas.
-Ya deberías controlar tu Kosei mejor, tonto...- se quejó nuevamente. -Ya te dijeron que no te conviene seguir lastimándote así...-
Bakugo soltó el agarre de su fría mano y se tapó el rostro, como si fuera posible que Midoriya lo vea; comenzó a sollozar silenciosamente mientras sentía el hueco en su corazón expandirse lentamente. Luego de unos minutos, levantó la mirada de nuevo; sus rubíes brillaban con tristeza y su expresión demostraba un terrible sentimiento de desesperación...