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Septiembre, 2023...

Odio el día del amigo secreto, porque toca darles un regalo a las personas, no me gustan las personas, Pero odio más el hecho que me allá tocado darle un regalo a Dante.

El mismo niño que me a jodido la vida desde que somos vecinos, Nuestras madres son mejores amigas de la universidad, se habían vuelto tan cercanas que querían vivir como vecinas y eso hicieron.

Sus embarazos fueron al mismo tiempo, se suponía que Dante y yo íbamos a nacer el mismo mes, nuestras mamás esperaban que fuera el mismo día, pero yo les arruine todo, me adelante un mes antes, siendo la primera de los dos en ver el al mundo.

Cuando éramos niños nos llevábamos bien, éramos mejores amigos, jugábamos juntos, nos defendíamos si alguien se nos burlaba, nos compartíamos todos nuestros secretos.

Todo eso dejo de ser desde que él hizo nuevos amigos, me sentí sola cuando ya no pasaba conmigo en el receso, pero no fue por mucho tiempo cuando hice amigas.

Nos alejamos poco a poco, La cosa es que me empezó a molestar, solo a mí.

Yo no me quedaba atrás cada broma que me hacía, se la devolvía y hasta peor, los secretos que tenia se los rebelo a toda la escuela, en forma de venganza, expuse fotos vergonzosas de él siendo bebe. Un bebe muy feo.

— ¿Lista para el intercambio? — pregunta mi mejor amiga, Lizzy.

— No.

— No seas aguafiestas ¡esto es divertido!

— Si con divertido te refieres a que nos toca gastar dinero en nuestros compañeros y si tenemos la mala suerte que nos toca con los que nos caen mal. Pues tenemos distinto concepto de diversión.

— De pronto, a quien le tocaste, sea el amor de tu vida y te dé un graaaaaaan ramo de rosas — le di una cara de desagrado.

— Primero, hiu. Segundo, no me gustan las flores.

Rodo los ojos a mi respuesta. Lizzy era el tipo de personas que quiere un romance de secundaria y que sea el amor de su vida, si, re cursi. Yo por otra parte, quiero concentrarme en estudiar, salir de aquí, tener una vida y joderle la vida a Dante.

Estábamos todos en nuestros puestos, con los regalos en nuestras mesas, La profesora entro con una gran sonrisa y empezó el juego.

— Dante — lo llama — Tú serás el primero.

Él sonrió al instante, busco mi miranda entre los demás y apenas la encontró, empezó a acercarse a donde estaba.

Ay, no.

Mierda.

— Para usted, bella dama — su sonrisa maligna se hizo presente apenas llego y me entrego el regalo.

Miraba la caja y lo miraba él en continuas veces. Eso de ahí era una trampa estaba completamente segura.

— Emily — miro a la profesora — Dale las gracias.

Jajajaja. Dale el abracito.

Una regla de la profesora, era que para dar las gracias se tenia que dar un abrazo, odiaba eso y más ahora. Se que lo estaba mirando con odio, no quería darle un abrazo y tampoco quería abrir esa caja, que se que iba a contener algo que no me iba a gustar.

Le di el maravilloso abrazo con mucha tensión en mí.

— Disfruta tu regalo, Mily — susurro a mi oído antes de separarse.

Mire la caja blanca — uno de mis colores favoritos — al menos tiene la decencia de poner algo que me gusta.

— Ábrelo, queremos ver — dijo alguien del fondo.

Mi cliché favoritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora