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— ¿Segura que no quieres que te acompañe?

— Muy segura.

— Te puedo llevar, te compro un helado.

— No soy una niña — rodee mis ojos.

— Ver una película.

— Aunque me gustaría, no puedo.

— Como los viejos tiempos y...

— Tienes planes con tu familia.

— Ellas lo entienden, hasta podríamos irnos todos.

— Ya no soy una niña, Jayden. Puedo cuidarme sola.

— Siempre serás mi hermanita y quiero protegerte.

— Gracias, pero no es necesario.

— ¿De que pelan ahora? — entra Eira por la puerta de la sala.

— Ella tendrá una cita y no me deja llevarla.

— ¡No tendré una cita! — dije espantada.

No me interesaba tener novio, pasar tanto tiempo con una persona o tener que decirle cosas cursis a una persona, guacala, no, no, no, no me veía en eso.

Aun que si tuve una que otra "cita" — si se le puede llamar así — porque quería experimentar algo nuevo y la idea fue salir con alguien, y como te darás cuenta no me gusto, todos los que me tocaban, o solo querían sexo o eran mas empalagosos que un masmelo. Bueno la verdad eso salir y tener rollos con personas no me disgustaba del todo, solo nada formal y todo estaba bien.

— ¿Por qué no la dejas tener una cita? — pregunta con una ceja encarada.

— ¡Que no tengo una cita!

— Es una niña y su hermano mayor la protegerá.

— No es una niña.

— Exacto. Gracias, Jirafa.

— p-pero...

— A ver. No tendré una cita, tendré una reunión con un asesor.

— Uy ¿Y eso?

— Es para sacar mi propia marca de ropa.

Me vio sonriente y con intención de abrazarme, que no tuve escapatoria.

— ¡Eso es genial!

— Sigue siento una cita — Riñe mi hermano terco.

— Ya déjala en paz.

— Por favor — dije en un suspiro.

— Bieeeeen, cuando tengas tu primera cita si voy.

— ¿Quién dijo que no había tenido ya, mi primera cita?

Eira y yo reímos a la cara de espanto que hizo Jayden, Eira era mi cómplice en todas mis salidas, claro hasta cierta edad que estaba empezando con todo esto, ella era mi espían entre las sombras, viendo que no me para nada. Solo que ya desde hace pocos años preferí hacerlo yo sola, además no quería que supiera a donde íbamos.

Escuche unos pasos acercándose y apareció mi madre con una niña en brazos que bajo rápidamente y corrió hacia donde yo estaba.

— ¡Tía Milyyyy!

— Hola niñita — la alzo teniéndola a mi altura.

— Mira que papi quiere pegarle a un niño.

— Ah ¿Sí? ¿y eso por qué?

— Por que me dio una flor por mi cumpleaños.

— Deberíamos funarlo.

— Siii.

Mi cliché favoritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora