☕3☕

103 14 1
                                    

— ¿Ya tienes a tu modelo?

— No y si, conocí a una chica que estudia modelaje, pero no le he preguntado — dije un poco preocupada.

Estaba estudiando diseño de modas y necesitaba una modelo urgente.

Ya tenia 21 años, me faltaba un año para graduarme de la universidad y ser profesional. Amaba la moda, todo lo de crear... era fascinante. Ya había participado en desfiles, pasarelas, lo mejor que me pudo pasar fue conocer al diseñador de mi hermano.

Ahora estaba buscando a Adina, una chica que conocí hace poco, pero nos llevamos bien, ella me considera su amiga a mí me lleva tiempo será amiga de los demás por que desconfió en las personas, así que Adina aún está en prueba.

La encontré en la cafetería del campus. Me senté frente a ella, quien tomaba un café un poco raro.

— ¡Hola nueva amiga!

— Hola Adina.

— Tu y tus formalidades. Dime Adi, ina, Amix.

— Adina está bien por ahora.

— Bieeeeen.

— Necesito tu ayuda — me hizo un gesto para que siguiera hablando —Resulta que necesito una modelo para un trabajo y...

— ¡Por supuesto que acepto!

— No te he dicho...

— Ya lo dijiste todo, acepto.

— Okey, Okey. ¿esta tarde puedes venir a mi departamento? Necesito tomarte las medidas.

— Si, no hay problema. Soloooo.... — frunció el ceño — ¿te molesta que mi primo vaya conmigo?

— Ehh no, igual no va a demorar mucho.

— Vale, entonces esta tarde.

Me levante del asiento y no di ni dos pasos cuando choque con una persona que traía un café, el cual se derramo ensuciándonos a los dos.

— Maldición.

— Mierda.

— ¡Fíjate por dónde pasas idiota! — decimos al mismo tiempo.

Alcé mi rostro para ver el suyo y empezar a insultarlo por decirme idiota. Mi cara quedo plasmada al verlo, él estaba igual que yo, viéndonos fijamente reconociéndonos.

Él fue el primero en negar con la cabeza y hacer un puchero de sufrimiento.

— Estaba muy feliz de liberarme de ti.

— Digo lo mismo, ¡Tendía que encontrarme justo a ti! No puedo ser más de malas en esta vida.

— Estaba muy feliz y viniste tú, a cagarla en todo.

— ¿Yo cagarla?

— Mira, me arruinaste mi café.

— A ver, te veo llorar por eso.

— Me lo tendrás que pagar.

— ¡Ja! Lo pagara su mamá.

— Fue tu culpa.

— ¡¿Mi culpa?! Tu fuiste quien no se fijó por donde caminaba.

— Tu fuiste la que se paro de la nada. Esta es mi mesa.

— ¿Tu mesa? Esta mesa es de Adina.

— Ehh hola — pronuncia ella procesando lo que estaba pasando.

— No sé si eres idiota o te haces.

— No me insultes Dante.

— Ah, ahora soy yo el que no puede.

Mi cliché favoritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora