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En sus mejores años, cuando su madre pasaba más tiempo con él y sus viajes no eran prioridad, aprendió a ofrecerle ayuda a quién lo necesitara. Incluso si las personas no pedían ayuda pero él se encontraba cerca, lo haría. En el jardín de niños, cuando el niño que le robó su caja de jugo cayó de los columpios, Hoseok ofreció su hombro y brazo como apoyo para llevarlo con la maestra y que pudieran asistirlo. Durante la secundaria regaló su almuerzo a uno de los chicos que siempre lo miraban con desdén. Hoseok podía llegar a sentir odio por las personas que lo lastimaban o molestaban pero si en algún momento de la vida necesitaba de él, con gusto ofrecería su mano.

O en su caso, su pierna.

Había perdido una hora recostado en la cama, hora que gastó jugando con su celular, por el simple hecho que Hyungwon seguía durmiendo sobre su pierna con los dedos largos aferrados a su pie.

El tipo podía llega a ser insoportable, un dolor de cabeza pero era inofensivo mientras dormía. Sin embargo, la magia culminó cuando los ronquidos del menor subieron de volumen.

Hoseok tenía un límite y Won terminó por rebasarlo.

—Bien, es hora de despertar —sacudió su pierna hasta que logró que Won levantara su cabeza. —Puedo soportar tu cabezota pero no tus ronquidos.

—Shhh.

Intentó volver a colocar su cabeza sobre la cómoda "almohada" pero esta fue alejada con brusquedad haciendo imposible que no resoplara molesto. 

Hoseok rodó los ojos sentándose en la cama. Miró con una sonrisa a Hyungwon arrastrarse con sus antebrazos hasta subir a la cama y recostarse como un largo spaguetti.

—Voy a bañarme primero —informó quitándose la camisa y arrogándola a cualquier parte. —Sería perfecto que cuando saliera del baño ya no estuvieras babeando mi cama.

Hyungwon levantó su brazo derecho elevando el dedo de en medio.

—Te lo advierto.

La amenaza no tuvo mucho impacto en Hyungwon y eso lo comprobó Hoseok quince minutos después. El bulto largo y flojo yacía extendido en toda la cama dejando en ver la longitud de sus brazos y piernas.

Tomó tres respiraciones profundas y contó hasta diez. Formó una sonrisa por de más falsa y avanzó hacia la cama donde descansaba el cuerpo inerte de su compañero. Primero intentó despertarlo sacudiendo su hombro pero solo consiguió que girara su cara hacia el otro lado.

—Won, despierta —comprobó la hora en el reloj de la pared y suspiró. Todavía tenía una hora antes de entrar a la universidad pero no le gustaba ir a las carreras. La puntualidad era parte de él. —¿No tienes clases?

Nuevamente Hyungwon fingió no escucharlo por el simple hecho de querer fastidiarlo.

—Cabrón ¡despierta! —exclamó dándole un fuerte azote en el trasero.

—¡Auch! —Hyungwon rió tocando la mejilla afectada. —Así que te gusta de esta forma. No tengo nada en contra pero al menos espera a que este despierto para poder unirme al juego.

Los grandes brazos de Hoseok se cruzaron sobre su pecho y su ceño se frunció ligeramente. Una sonrisa amenazaba con escaparse pero él era más fuerte. No le daría el gusto a Hyungwon de saber que era gracioso.

—Date un baño rápido, tenemos media hora para salir y todavía debo ir por el desayuno.

Sus ojos se iluminaron al escuchar la palabra desayuno. Qué su complexión fuera delgada y bien definida no le impedía nutrirse correctamente con sus más de seis comidas. El eficiencia de su organismo para quemar grasa y deshacerse del peso innecesario se la debía entera y completamente a su madre. Una hermosa mujer de cabellos oscuros, tan oscuros como la pupila de sus ojos enormes y un cuerpo precioso, de proporciones perfectas casi irreales, digno de pasarela. Hyungwon era la unión bendecida de sus padres; La altura, los hombros anchos y los labios carnosos de su padre y la belleza, tanto interior como exterior, de su madre.

✧ Línea Prohibida ✧ (2won)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora