¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Sumido en sus pensamientos salió de la facultad sin percatarse del auto rojo que lo seguía desde una distancia aceptable. Cruzó la calle junto a un pequeño grupo de alumnos y entonces recordó la conversación que tuvo con Ji Han. No le costó darse cuenta del gran error que cometió. De nuevo.
—Eres un idiota. ¿Cómo pudiste decirle algo como eso? —golpeó su frente con la palma de su mano sintiéndose como un cretino.
Porque eso era.
Estaba en planes de conquistar el corazón de Ji Han y en cada oportunidad que se le presentaba terminaba arruinando todo por sacar a Hyungwon al tema, o mencionar su experiencia en el beso que juró olvidar. Al final, no lo olvidó del todo.
—¿Dije algo malo? —murmuró, recordando la pregunta absurda que hizo minutos atrás —. ¡Claro que lo hice! Dios, Ji Han debe estar odiándome.
Pero Ji Han tenía un corazón enormemente bondadoso. No por nada le perdonó los errores de su primera cita.
—Espero que estés pensando en mí o de otro modo voy a molestarme —Hyungwon chasqueó la lengua, inclinando el cuerpo sobre el asiento del copiloto —. Sube. No me hagas perder más tiempo.
—¿Qué haces aquí?, ¿por qué quieres que suba?
Hyungwon miró la fila de autos que se creaba detrás de él y rodó los ojos.
—No sé, ¿por qué se te ocurre? —preguntó, enarcando una ceja —. El día está estupendo y casi no me molesta el claxon de los carros que esperan detrás de mí. Puedo decir que incluso me inspiran a estar todo el día aquí.
Hoseok resopló.
—No había necesidad de ser tan sarcástico.
Esperó a qué Hyungwon quitara el seguro del auto y entró, luego de disculparse con una reverencia de los demás conductores.
—¿Acaso estabas ignorándome?
La vista de Hyungwon estaba fija en la carretera, pero el tono de su voz no era precisamente amable. ¿Estaba molesto?
—Lo siento. No quise hacerlo, estaba recordando si tengo tarea —murmuró, desviando la mirada al espejo retrovisor. Cualquier cosa era mejor que ver el perfil perfecto de Hyungwon.
—Tienes mala memoria —dijo.
Hoseok asintió. Ojalá la tuviera o de otro modo no estaría repitiendo las sensaciones que le provocaban los labios regordetes sobre los suyos o los dedos largos tocando su cuerpo. Si buscaba entre su mente encontraría la fragancia masculina que usaba Hyungwon en su ropa o la loción fresca que emanaba su piel con el simple roce de sus dedos.
—Ahí estás otra vez —gruñó, tomando una curva. Hoseok logró sostenerse de la puerta del auto y lo miró molesto. —Llevamos casi cinco minutos a esta velocidad, pero como sigues empeñado en ignorarme, no te has dado cuenta.
