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—¡Dios! En verdad eres un dolor de muelas —siseó apretándose el puente de la nariz

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—¡Dios! En verdad eres un dolor de muelas —siseó apretándose el puente de la nariz.

Hyungwon le lanzó una mirada incrédula.

—¿Qué dije?

El hombre pelirrosa negó. Sus quejas fueron interrumpidas por el rugido del motor de la lujosa camioneta y las cegadoras luces blancas. El chófer sonó el claxon dos veces y Hyungwon se hizo a un lado llevando consigo al molesto muchacho.

Hae In bajó el vidrio polarizado una vez estuvo a la par de ambos.

—Se está volviendo costumbre tuya dejarme esperando afuera—habló con seriedad palpable, mirando a su hijo—. La tercera vez no seré tan amable, pasaré sobre ti.

El rostro de Hoseok se volvió más blanco y Hyungwon creyó haberlo visto temblar. 

—Ya te abrí paso. Puedes entrar y esperar en la sala —sugirió Hyungwon interponiéndose entre la mirada gélida de su padre y su amigo. 

 —No tardes —dijo mirando hacia adelante—. Tráelo contigo. 

Hoseok tragó saliva, pero mantuvo su cara en alto, hasta que vio la camioneta desaparecer en el garaje volvió a respirar correctamente. 

—Tu padre en verdad da miedo —susurró todavía con los ojos en el interior de la propiedad. 

La mano de Hyungwon le apretó la mandíbula dirigiendo la atención hacia él. Sin permitirse perder tiempo en banalidades, presionó su boca sobre los labios de Hoseok. El sabor fresco lo saludó y fue difícil no pensar en lo mucho que había extrañado ese par de labios. Aunque solo una vez los probó. 

Para su deleite, Hoseok respondió al beso con la misma intensidad. Sus bocas adaptándose a la perfección. La calidez y la suavidad de los labios pomposos de Hyungwon lo pusieron a delirar, tanto que tuvo que envolver sus brazos en la cintura de Hyungwon para evitar que se alejara. 

El pelinegro introdujo la lengua y Hoseok contribuyó abriendo más la boca. La mano en la barbilla se desvió hacia la nuca de Hoseok, enterrando los dedos en la cabellera rosada. 

—Mierda —siseó Hyungwon, respirando entrecortadamente. Lo besó una vez más, pero cuando las manos bajaron hasta sus caderas y el cuerpo duro se presionó contra él decidió pausar sus bajos instintos antes de cometer un acto inmoral en medio de la calle. 

—¿Qué ocurre?

La cara de Hyungwon expresaba diversión nata haciendo sentir incómodo al mayor. 

—¿Te estás burlando de mí?—preguntó, soltando las estrechas caderas. 

Hyungwon negó apretando su brazo. 

—Me burlo de mí —picoteó los labios hinchados y lo arrastró hacia dentro—. Me alegro que el gobierno no considere delito lo que ocurre en la imaginación de uno. Aunque a ti te deberían encerrar por usar ropa tan jodidamente ajustada. Definitivamente te ves mucho mejor sin ella. Me ofrezco para quitártela con los dientes. 

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⏰ Última actualización: Apr 14 ⏰

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