La oferta del diablo

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Con una grácil elegancia, la figura danzaba de lado a lado del oscuro salón, moviendo un bisturí de un lado a otro, removiendo sus guantes blancos con la otra mano.

-¡No quiero morir! -clamó ella, intentando zafarse de las garras invisibles que la sujetaban.

-No me mientas, Dimitri. Eso no es lo que tengo entendido. -La voz del hombre era serena y fría como el hielo, impenetrable a las súplicas de la mujer.

A pesar de sus esfuerzos por liberarse, ella estaba atrapada. Una fuerza inhumana la retenía contra su voluntad.

-¡Ayuda! -sollozó ella, luchando en vano.

-No importa cuánto grites. Estás en mi territorio, y aquí soy dios.

Agotada tras varios minutos de lucha infructuosa, ella se rindió.

-¿Y bien? ¿Has acabado? -preguntó el hombre con una sonrisa perversa.

-Sí, he acabado... ¿Qué forma me recomendarías? -respondió ella con la voz quebrada.

-Puedo tocarte y robar tu alma. No sufrirás ni sentirás nada, pero me servirás en el infierno.

-¿Existe el infierno? -gritó ella, sorprendida por sus propias palabras.

-No, solo estás teniendo una pesadilla. Pronto despertarás.

-Qué gracioso eres... -dijo ella con una risa nerviosa.

-No estás en las condiciones requeridas para hablarme de esa manera. Puedes morir congelada, triturada, ahorcada... como quieras.

-No quiero morir. -susurró ella, temblando de miedo.

-Eso ya no es una opción. No hay vuelta atrás. Ya no estás en la Tierra querida, esto es el infierno.

-¡¿Qué?! -gritó ella, horrorizada por las palabras del hombre.

"Me temo que es así", dijo el hombre con una voz fría y distante, "mi territorio es una extensión del infierno, lo que significa que, según la ley, ya estás muerta".

Ella lo miró con horror, luchando por encontrar las palabras adecuadas mientras se aferraba a la última brizna de esperanza.

"Os lo suplico", susurró ella, desesperada por encontrar una forma de salir de esta pesadilla.

El hombre la observó impasible, como si la súplica de la mujer no tuviera ningún significado para él.

"Esperaré a que elijas", dijo con indiferencia, "o morirás de inanición".

Ella tembló al oír sus palabras, sabiendo que estaba atrapada en una situación sin salida. Buscó en su mente alguna manera de escapar, pero todo parecía estar perdido. El hombre la había condenado a una muerte lenta y dolorosa, sin ninguna posibilidad de salvación.

Mientras se debatía en su mente, el hombre se volvió y comenzó a caminar hacia la salida. La mujer se quedó sola, atrapada en su prisión de oscuridad y desesperación.

Con lágrimas en los ojos, se preguntó cuánto tiempo podría durar antes de que su cuerpo cediera ante la inanición. Sabía que sus días estaban contados, pero se negaba a abandonar la lucha. Seguiría intentando encontrar una salida, aunque pareciera imposible. Después de todo, nada era imposible en un lugar como este, donde la muerte era solo el comienzo de un nuevo sufrimiento.

Tras un día, el elegante hombre de pelo azul regresó al lugar donde había encontrado a la mujer que ahora estaba a su merced.

-¿Has tomado una decisión, Dimitri? -preguntó con su voz tranquila y segura.

Ella respiró hondo antes de responder: -Sí, quiero servirte en el infierno, pero por favor, haz que no duela.

El hombre sonrió con satisfacción. -Te doy mi palabra de que es un proceso indoloro. Tu alma será mía, pero no sufrirás.

Ella asintió, consciente de que estaba tomando una decisión irreversible, pero no podía soportar la idea de permanecer en ese lugar inhóspito para siempre.

El hombre se acercó a ella con suavidad, como si no quisiera asustarla. Tomó su mano y la llevó hacia el centro de la habitación, donde un círculo de luz roja brillaba en el suelo.

-Entra en el círculo, Dimitri. -dijo el hombre, todavía sosteniendo su mano.

Ella obedeció, sintiendo el calor del suelo bajo sus pies. Cerró los ojos y esperó, temerosa pero decidida.

El hombre comenzó a entonar un cántico en un idioma desconocido, y la habitación se llenó de una extraña energía. Dimitri sintió un escalofrío recorriendo su cuerpo, pero se mantuvo quieta, confiando en la promesa del hombre de pelo azul.

De repente, una luz cegadora envolvió todo, y Dimitri sintió como si su cuerpo se desvaneciera en el aire. Pero en lugar de sentir dolor, experimentó una extraña sensación de paz, como si todo lo que había estado cargando durante toda su vida se hubiera disipado.

Cuando volvió a abrir los ojos, se encontró en un lugar desconocido, rodeada de oscuridad y silencio. Pero no había miedo ni dolor en su corazón, solo una extraña sensación de libertad y tranquilidad.

El hombre de pelo azul apareció de repente a su lado, sonriendo con satisfacción. -Bienvenida al infierno, Dimitri. A partir de ahora, serás mi fiel sierva, y te aseguro que serás recompensada por ello.

Dimitri no respondió, aún asimilando lo que acababa de suceder. Pero sabía que no había vuelta atrás, y que su vida había cambiado para siempre. Ahora, era parte del mundo de las sombras, pero al menos, ya no tenía que enfrentar sus miedos y dolores en soledad.

"Me hubiera deleitado torturarte, pero la palabra empeñada es una virtud en estos lugares, muy distinta de la falta de ética que corre entre estas paredes", dijo el chico de cabellos azules, que apareció a su lado como un espectro.

"Mi nombre es Azazel, y tú trabajarás para mí", continuó con voz firme. "¿Estamos de acuerdo?"

Ella se sentía atrapada, incapaz de negarse a su destino. "No puedo desobedecerte, así que supongo que sí...", susurró con una leve alegría que apenas ocultaba el miedo en sus ojos.

Azazel sonrió, revelando unos dientes perfectamente blancos en su rostro perfectamente simétrico. "Bienvenida al infierno", dijo con un tono siniestro, mientras la conducía a su destino final.

"Jamás aceptes tratos de nadie, joven, pues te aseguro que ello te conducirá a una existencia de arrepentimiento eterno. Y nunca, nunca actúes sin mi consentimiento, pues de lo contrario, las consecuencias serán inimaginables". Fue lo que dijo el misterioso personaje de espaldas, girando solo su cabeza ligeramente hacia ella. Y, como si fuera una aparición, se desvaneció dejando tras de sí unos rastros de fuego azul que se evaporaron al instante, sumiendo al lugar en un silencio sepulcral. Dimitri sabía perfectamente quién era aquel ser que había aparecido ante ella, pero no se atrevía a pronunciar su nombre, pues tan solo pensar en ello le hacía temblar de miedo.

El Demonio de la Máscara (Hazbin Hotel/Helluva Boss)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora