El Demonio de la Máscara (Hazbin Hotel/Helluva Boss)

El Demonio Negro

El demonio espetó con desdén, "¿Qué hace aquí esta intrusa, oh incúbo?".

"La dama presente es la más reciente integrante del ilustre cuerpo Matademonios , bajo la dirección del distinguido Senior Nerezza", explicó Darnell mientras tomaba asiento, aludiendo a Dimitri, quien había llegado al inframundo sin acabar de creer lo que estaba sucediendo a su alrededor.

Desde la distancia, se podía apreciar la figura de Nerezza, el Demonio Negro, que se destacaba como una silueta imponente sobre el fondo pálido del concreto. Sus rasgos eran afilados como cuchillas, y sus ojos brillaban con una malicia fría y penetrante. La piel que cubría su cuerpo era oscura como la noche más profunda, y parecía estar hecha de sombras densas que se movían a su alrededor como si tuvieran vida propia.

Su cabello, largo y lustroso, era como una corriente de tinta que se deslizaba por su espalda, y parecía tener un brillo extraño y sobrenatural bajo la luz de la luna. Su piel, a pesar de ser oscura como la medianoche, parecía relucir con un brillo metálico, como si estuviera hecha de obsidiana pulida. Cada movimiento que hacía era suave y fluido, como si estuviera deslizándose sobre hielo negro.

El demonio negro se elevaba sobre sus enemigos como una sombra gigante, y sus alas membranosas se extendían hacia los lados como si fueran alas de murciélago. Era imponente, impresionante y aterrador, todo al mismo tiempo. Su presencia parecía cubrir todo a su alrededor con una oscuridad palpable y sofocante.

—¿Por qué de repente habláis tan bien? —preguntó ella.

—¿Por qué os sorprendéis de que alguien hable correctamente, querida? —respondió Nerezza con una sonrisa burlona en sus labios negros como la noche—. Yo siempre he hablado así. No todos los demonios somos ignorantes y toscos, aunque comprendo que puedan haber sido vuestras experiencias previas en este lugar las que os lleven a pensar de esa manera.

Dimitri se sentía totalmente abrumada y aterrorizada al estar cerca de Nerezza. La sola presencia de ese demonio le provocaba una sensación de ahogo en el pecho y hacía que sus manos temblaran sin control. Pero, a pesar de todo, intentaba mantener la calma y ocultar su intenso pánico, aunque sabía que eso no le iba a durar mucho tiempo.

Las palabras de Nerezza eran como un puñal clavándose en su mente, y cada vez que hablaba, Dimitri sentía como si estuviera siendo juzgada y evaluada. Era como si Nerezza pudiera leer sus pensamientos más oscuros y descubrir sus miedos más profundos.

La joven intentó centrarse en su respiración, tratando de mantener la mente despejada y controlar sus emociones, pero era un esfuerzo en vano. Sabía que no podía permitirse mostrar debilidad ante Nerezza, pero el miedo que sentía era abrumador y cada vez se hacía más difícil de controlar.

Finalmente, Dimitri se vio obligada a desviar la mirada de Nerezza, incapaz de soportar la intensidad de su presencia. Sus ojos se deslizaron hacia el suelo, buscando cualquier cosa que pudiera distraerla de esa sensación de terror que la invadía.

Gastón posó su mano cálida en el hombro tembloroso de Dimitri, quien murmuró en un susurro que parecía haber sido rasgado de su garganta: "Ayuda..."

Con su voz suave y tranquilizadora, Gastón dijo: "No te preocupes, no hace falta que te reprimas. Si tienes que llorar, llora. Todos hemos sentido así la primera vez que vimos a Nerezza", y soltó una risita.

Dimitri se dejó vencer por la ansiedad y las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas. La mirada de Gastón era llena de compasión y entendimiento, y lo guió hasta un asiento, diciendo: "Vamos, siéntate. Tenemos que explicarte muchas cosas. Este sitio está mucho mejor cuando te sientas".

Darnell asintió en silencio, su mirada fija en Dimitri con una mezcla de preocupación y curiosidad, preguntándose cómo respondería la recién llegada al infierno a todo lo que estaba por venir.