Caos en Lucifer City

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La inmensidad de la ciudad abrumó a Dimitri, sintiéndose como una minúscula aguja perdida en un gigantesco pajar. La cantidad de estímulos que la asaltaban le generaba confusión, y temía desmayarse ante la avalancha de información.

Las personas que veía por la calle eran tan diversas como las calles mismas: algunos parecían perros parlantes, con una elegancia que evocaba a personajes de la literatura; otros eran seres extraños de colores desconocidos, como si hubieran escapado de las páginas de un cuento de hadas; y otros eran súcubos e íncubos, cuyas miradas ardientes transmitían las pasiones más intensas.

Era lógico que así fuera, pues se encontraba en el centro del infierno: Lucifer City. Un lugar donde los mortales convivían con las criaturas sobrenaturales. Pero Dimitri no se dejó vencer por la locura que la rodeaba, recordando la frase de un gran escritor: "Hay que tener el caos dentro de uno para dar a luz una estrella".

Con coraje y determinación, Dimitri se adentró en aquel misterioso mundo de Lucifer City, sabiendo que la libertad y la verdad se encontraban en el camino por el que se dirigía.

"Perdone señor", preguntó Dimitri al demonio que pasaba por su lado, "¿podría indicarme mi ubicación actual?"

Sin embargo, en lugar de una respuesta, el demonio agarró uno de los dedos de la joven y lo partió sin demostrar la más mínima emoción. Continuó caminando como si nada hubiera sucedido.

Dimitri cayó al suelo, retorciéndose de dolor, pero para su sorpresa, éste desapareció en cuestión de segundos. Luego recordó la promesa de Azazel: ahora ella pertenecía a él y estaba a salvo bajo su protección.

Dimitri se estremeció al sentir una presencia amenazante detrás de ella, seguida de un susurro perturbador que hizo erizar su piel: "Casi mueres". Giró rápidamente para encontrarse con un incúbo musculoso de piel rosa, cuya imponente estatura y porte denotaban un poderío innegable. A pesar de ello, su semblante reflejaba una inusual calidez, una preocupación sincera que la joven no podía ignorar.

"Este demonio es uno de los más temidos y poderosos de la ciudad, novata", añadió con voz firme mientras la guiaba con fuerza hacia un callejón siniestro y sombrío. Dimitri luchó por contener el temor que la invadía, consciente de que estaba a merced de un ser cuyo misterioso propósito aún no comprendía.

El íncubo de piel rosa que había asustado a Dimitri era una criatura poderosa e imponente. Su cuerpo musculoso y bien formado denotaba una fuerza sobrenatural, mientras que sus ojos brillantes y penetrantes parecían examinar a la joven con una intensidad casi inhumana.

Su piel tenía un tono rosado que parecía brillar en la oscuridad, como si estuviera iluminada por una luz interna. Además, en su piel podían verse extraños patrones, como si estuviera tatuada con símbolos y runas antiguas. El íncubo emanaba una presencia intimidante, pero a la vez curiosamente cálida y acogedora, como si fuera un ser que podía inspirar temor y seguridad al mismo tiempo.

A medida que se movía, su aura parecía expandirse, llenando el espacio a su alrededor con un aura de poder y misterio. La joven Dimitri podía sentir su presencia como una fuerza sobrenatural que parecía tocar su alma, desvelando secretos profundos y misteriosos que aún no podía comprender.

Era obvio que este íncubo no era un ser común. Sus poderes y habilidades eran desconocidos para ella, y aunque no sabía qué le deparaba el futuro, estaba segura de que la experiencia sería tanto fascinante como peligrosa.

"Abre Gastón" dijo el demonio mientras picaba en una puerta metálica. "Contraseña" respondió ese tal Gastón, del otro lado. "Amanda la aventurera" respondió. La puerta se abrió y del otro lado estaba Gastón, un hombre de apariencia quemada y ojos que brillaban como la punta de un cigarro encendido.

El Demonio de la Máscara (Hazbin Hotel/Helluva Boss)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora