─ chapter fifteen

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EL PARTIDO CONTRA AUSTRALIA HABÍA PASADO, así como Argentina había logrado pasar a los cuartos de final con un dos a uno, gracias a los goles de Messi y Julián, y por desgracia un rebote en Enzo que les había dado un punto a favor a los australianos.

Y una vez más, Paulo Dybala no había entrado a jugar ni siquiera un minuto.

Gianna observó a su hermano, sentado frente a ella con Allegra en brazos, luciendo apagado, como sin energía y Gianna sabía que su estado se debía a la falta de minutos en la cancha y la gran cantidad de comentarios que se hacían en las redes sociales al respecto. Llevaban ya varios minutos ahí, no faltaba demasiado para que la visita terminara, y Paulo casi no había hablado, solo respondía con monosílabos o simplemente con gestos de su cabeza.

— ¿Alle? —Gianna llamó a su hija, provocando que esta dejara de mirar los dibujitos en el teléfono de su tío para ver a su madre— ¿Querés ir con la tía Ori a buscar unas galletitas que mamá dejó adentro?

Oriana observó a Gianna, entendiendo la mirada que le había dedicado, dedicándole una pequeña sonrisa agradecida mientras alzaba a Allegra para llevarla adentro. Gianna por su parte se colocó de pie y tomando de los hombros a Paulo hizo que este también se colocara de pie, llevándolo hacia una zona apartada, ya que estaban en el predio con las demás familias para la visita postpartido.

Gianna se sentó en el piso, palmeando a su lado para que su hermano también tomara asiento, observándolo con atención, notando como él apretaba con fuerza su mandíbula.

— Paulo, ¿querés hablar? —el cordobés miró a su hermana con su ceño ligeramente fruncido, sus ojos cristalinos, mientras negaba con su cabeza— ¿Querés un abrazo?

Y no hizo falta respuesta verbal alguna cuando el futbolista se arrojó a los brazos de su hermana que lo abrazó con fuerza, sintiendo como el cuerpo del mayor temblaba mientras rompía en llanto por todas las emociones que estaban invadiéndolo en ese momento. La presión y desesperación que Paulo estaba experimentando eran inmensas, y estas no habían hecho más que aumentar luego de leer todo lo que se decía en las redes sobre su falta de minutos de juego, su poca necesidad durante los partidos, como no era lo suficientemente bueno para que lo pusieran siquiera cinco minutos o como parecían tomarlo por estúpido cada vez que lo ponían a calentar en los partidos para al final no meterlo a jugar. Era demasiado y todo eso estaba pesando en sus hombros.

Durante algunos minutos los dos se mantuvieron de esa forma, en silencio mientras el cordobés lloraba y su hermana simplemente lo contenía entres sus brazos, apoyando con suavidad su cabeza sobre la de él, meciéndose de un lado a otro como si se tratara de Allegra, como si estuviera consolando a un nene. Porque así era como se veía Paulo en ese momento, como un nene llorando desconsolado por sentirse insuficiente.

— Tienen razón con todo lo que dicen, ni siquiera sirvo como suplente, no tendrían que haberme llamado. —murmuró con voz ronca, sintiendo su garganta seca.

Gianna negó con su cabeza, separándose ligeramente para que su hermano pudiera verla— Sabes que eso no es verdad Pau, si no fueras una pieza importante para el equipo Scaloni directamente no te habría llamado. Pero lo hizo, y lo hizo en el primer llamado, fuiste una de sus primeras opciones y tendrías que estar orgulloso de eso porque demuestra que tenes el nivel para estar jugando acá, representándonos como tanto querías.

— Eso no es lo que dicen en las redes.

— En las redes dicen tantas cosas Pau, vos más que nadie deberías saber que la gran mayoría de las cosas que dicen ahí no son verdad. —le respondió Gianna con voz suave— Sabes que muchas veces no tienen con quien descargar su mala onda o su odio, y terminan volcándolo en personas que no tienen nada que ver. En la Copa América lo que jugaste lo jugaste tremendo, en la Roma venís jugando una banda también y todo con altos resultados, lo mismo cuando jugaba en Juventus. Paulo tenes el nivel para estar acá, tenes el talento, y que nadie te diga lo contrario porque sería tremendo mentiroso. —el futbolista observó a su hermana que hablaba aún con voz suave pero determinada, y sus ojos claros sinceros— Todavía no jugaste, todavía no tuviste tu momento, pero ya lo vas a tener, va a pasar cuando tenga que pasar, por algo se dan las cosas de la forma en la que se dan. Nunca es bueno apurarse.

DELICATE | julián álvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora