─ chapter seven

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UNA VEZ QUE TANTO ALLEGRA COMO GIANNA se habían puesto ropa más cómoda y apta para la playa, las dos bajaron al hall del hotel viendo que todos los miembros de la Scaloneta ya se habían marchado con sus familias. Exceptuando claro a Julián, que estaba sentado en uno de los sillones con un short de playa y una remera blanca, además de una mochila colgada sobre sus hombros y un bolso con el equipo de mate a un lado.

Cuando el cordobés escuchó el sonido de pasos que se acercaban levantó su cabeza para ver a las dos Dybala acercándose. Julián sonrió con ternura al ver como estaba vestida Allegra, porque la nena estaba portando una malla enteriza de colores pasteles, con un short encima de esta, y un piluso a juego para protegerla del sol, aunque por el color blanquecino sobre su piel le dejaba en claro que la madre ya le había puesto una buena capa de bloqueador solador. Su mirada chocolate se movió luego hacia la derecha de la nena para ver a Gianna, una extraña sensación lo recorrió de pies a cabeza al ver lo bonita que se veía con una camisa grande a modo de vestido que dejaba ver parte de una malla negra abajo, y un sombrero sobre su cabeza.

— ¿Vamos? —ante la pregunta de Gianna, Julián salió de ese trance en el que se encontraba observándola con mucha atención y una sonrisa en sus labios. El cordobés asintió, colocándose de pie y notando que Gianna llevaba un bolso con bastante cosas y la bolsa de una carpa, la detuvo cuando vio que iba a alzar a Allegra en brazos.

— Yo la llevo Gia. —el cordobés se giró hacia Allegra que lo miraba expectante, con una bolsita que tenía juguetes de playa en sus manos— ¿Venís a upa conmigo Alle? —y no hizo falta mucho más para que Allegra se acercara a él emocionada, abriendo sus brazos para que pudiera alzarla.

Así, los tres salieron del hotel bajo el sol de Mar del Plata. Era alrededor de la una de la tarde, por lo que todavía tenían tiempo de disfrutar de la playa y el calorcito que estaba haciendo hasta que tuvieran que volver para ir a comer con todos juntos a la noche. Los tres caminaron en dirección a la playa, que estaba a un par de cuadras del hotel en el que todos se estaban quedando, aprovechando a chusmear los negocios que veían en su camino.

— Si llegamos a cruzar una panadería y no me doy cuenta avísame, quiero comprar algunas cosas para comer a la tardecita. —le dijo Gianna mirando a su alrededor, por si estaban pasando por alguna— ¿Alguna factura en especial que te guste, Juli?

Julián soltó un ruidito con sus labios— Las medialunas y las caras sucias, cualquiera de esas dos me encanta. —Gianna sonrió al escuchar eso y luego la voz emocionada de Allegra diciendo "¡Caras sucias, mami!" — Supongo que son las favoritas de Allegra también, ¿no?

— La vuelven loca, no hay factura que le guste más que esa, probablemente eso lo sacó a mí porque también son mi debilidad. —la chica se encogió de hombros— Me parece que voy a terminar comprando una docena de esas directamente, porque donde te descuidaste Allegra se las comió todas.

— Mira Gia, ahí hay una. —el cordobés señaló una panadería hacia el final de la calle. Los tres caminaron hasta esta, notando que había varias personas delante suyo. Julián aprovechó a mirar desde ahí el resto de los negocios que había en la cuadra, cuando uno en específico llamó su atención— Ahora venimos con Alle, vamos a ver algo un segundo y volvemos.

Gianna lo observó con curiosidad, pero aún así asintió, viendo como el chico salía del negocio y se iba para la derecha con Allegra en brazos. La cordobesa se encogió de hombros y continuó observando todo lo que tenían en la panadería para elegir que era lo que iba a llevar. Para cuando terminaron de atenderla, Julián y Allegra todavía no habían vuelto de donde sea que hubieran ido, y Gianna ya había comprado las facturas, una torta matera y unas botellas de jugo que vendían ahí mismo.

DELICATE | julián álvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora