🏜️🍝Twenty-five - 2/4🍝🏜️

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. . . . ╰──╮ Acto Segundo ╭──╯ . . . .

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Varios días después

Siempre me levantaba antes que el sol, y mientras estaba acostado en la cama y miraba el techo, lo primero que me vino a la mente fue Hinata.

Tan pronto como la vi de pie en el porche, note esa mirada casi asustada en su rostro, algo en mí se tensó incómodamente... placenteramente. La parte muy femenina de ella había llamado a la parte muy masculina de mí.

Quería contratarla en el acto antes de que ella siquiera dijera algo, pero pasé por el proceso, no quería parecer demasiado ansioso, no hacer que pareciera que estaba desesperado por tenerla cerca.

Pero lo estaba.

No tenía nada que ver con el hecho de que sabía todo sobre la vida en el rancho, o que era la mujer más bonita que jamás había visto. Me di cuenta de que era inteligente e ingeniosa, que era muy trabajadora. Así que cuando aceptó trabajar para mí, hice todo lo posible por no parecer jodidamente feliz. Pero golpeé mis manos en la maldita mesa como un colegial que acaba de pasar su examen de ortografía.

Cuando me dijo dónde se hospedaba, aquel el motel destartalado y de mierda del pueblo, no me avergoncé de cómo le exigí que se mudara de inmediato. Ella se rió nerviosamente, y contuve mi posesividad. Estaba jodidamente decepcionado de que ella dijera que podía esperar, que tenía que poner algunas cosas en orden pero que se mudaría dentro de los próximos dos días.

Y hoy era el día en que Hinata comenzaría a trabajar para mí. Decir que estaba ansioso era quedarse corto. Le había dado las llaves de la casa y un juego de repuesto para todos los sitios del rancho.

Me levanté y fui a darme una ducha, me lavé las manos y la cara, y me cepillé los dientes. Me miré en el espejo, pasándome una mano por las mejillas y la mandíbula, quería verme bien.

Pensé en lo que significaba todo, por qué tuve esta atracción y conexión instantáneas hacia Hinata. Pero debía ignóralo, probablemente sería la mejor ruta, dado que ella estaba trabajando para mí, pero aunque me dije a mí mismo que debía mantener la distancia, la verdad era que sabía que probablemente no podría.

Una vez que me vestí para trabajar por el día, abrí la puerta de mi habitación e instantáneamente olí el olor a tocino que venía del piso de abajo. Mi estómago gruñó. No podía recordar la última vez que tomé un desayuno caliente.

¿Pero que diablos, ya estaba aquí?

Una vez que baje las escaleras, doblé la esquina y me dirigí a la cocina. Y entonces la vi de pie junto a la estufa, con el pelo largo y oscuro recogido en lo alto de la cabeza, de espaldas a mí. Llevaba una camisa de mezclilla recortadas y tal vez un short debajo, sus muslos tonificados y de un color crema, su trasero regordete como un maldito melocotón maduro.

Mi libro de historias bíblicas ||NaruHina||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora