Capítulo III

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Tengo una malsana adicción a los KitKat y al Kentucky Fried Chiken. No es algo sobre lo que hablo.

No agobio a la gente con las cosas feas sobre mí. Algunas veces mi cabello olerá como grasa y pechugas de pollo perfectamente crujientes, y otras veces encontrarás una cobertura de chocolate en el piso de mi dormitorio.

No hablemos de esas cosas. Las mantengo en las sombras.

Tengo sueños diferentes y menos realistas sobre Jimin, pero de todas formas son terroríficos. Como consecuencia, mi lengua está manchada de rojo por el vino y mis muslos llenos de grasa.

Comienzo mi nuevo trabajo con pantalones nuevos que tuve que comprar, debido a... KFC.

Por suerte todos empezamos a trabajar al mismo tiempo, y las reuniones sociales quedaron atrás ante la aclamación de trabajo.

Jimin no fue a la universidad con Beomgyu, Chaehyun y yo.

Fue a la universidad comunitaria y se graduó un año antes que nosotros. Según Chae, está sacando una maestría mientras trabaja en las noches.

Así que cuando se me poncha un neumático una mañana de camino al trabajo y tengo que llamar a la grúa, me sorprendo cuando Jimin se estaciona en su camioneta blanca.

Tiene unos Ray Ban plateados y está mascando un palito de madera.

— Hola — dice, caminando hacia mí —. Vine a rescatarte.

— Bonita camisa. Y la grúa ya viene en camino. Aunque gracias por la atención.

Jimin sonríe a medida que se agacha junto a mi auto, inspeccionando el neumático.

— Clavo — dice.

El tráfico pasa zumbando a su espalda, levantando su camiseta y revelando parte de su piel. Quiero decirle que tenga cuidado, pero es una declaración tan obvia. Así que me hago a un lado, mis brazos cruzados sobre mi pecho y me quejo.

Cuando Jimin finalmente se pone de pie y camina alrededor hacia donde estoy esperando, limpio mis palmas en mis regordetes muslos y trato de no hacer contacto visual.

— Hace calor — digo —. Odio florida.

— Florida te odia. Deberías mudarte a un lugar más frío.

— ¿Cómo dónde? — pregunto.

Muerdo el interior de mi boca mientras espero su respuesta, pero ya sé lo que va a decir. Wa... Wa...

— Washington. Ahí es perfecto — dice Jimin.

— ¿Ah, sí? ¿Has estado ahí?

— Ahí viví — dice, limpiando sus manos en un trapo azul que saca de su bolsillo trasero.

— Port Townsend.

Inclino mi cabeza hacia atrás y miro al cielo. Quiero descargar mi estrés comiendo todo el pollo frito posible. Todos los KitKat.

— Creo que has mencionado eso — digo.

Aunque no lo ha hecho. No que pueda recordarlo de cualquier forma. Pero si estaba en mi subconsciente en algún lugar eso lo explicaría...

— No lo he hecho. No me gusta decirle a la gente de dónde vengo a menos que pregunten — comenta Jimin.

La miro.

— ¿Por qué no?

— Porque entonces creen que te conocen, y no quiero ser conocida.

— Eso es estúpido. Todos quieren ser conocidos — estiro la cabeza para buscar la camioneta de rescate.

¡a la mierda con el amor! [winrina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora