Prólogo

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La guerra no terminó cuando las aguas del Tridente se volvieron rojas con la sangre del príncipe Rhaegar Targaryen y Robert Baratheon. La guerra terminó en el momento que Jaime Lannister atravesó con su espada al rey Aerys cuando este dio la orden de incendiar la ciudad. Pero con la muerte del rey, del príncipe heredero y con el líder de la rebelión todo el mundo se hacia una pregunta. Quien ocuparía ahora el trono de hierro? La casa Targaryen aún tenía herederos varones pero eran niños incluso recién nacidos.

La rebelión no solo había costado miles de vidas sino que había creado un gran vacío de poder que debía resolverse antes de que los reinos estallasen en guerra unos contra otros por ver quién ocupaba el trono de hierro.

Rhaella estaba sujetando por primera vez a su hija Daenerys cuando la puerta de su habitación se abrió de par en par. Rhaella pudo ver como el maestro de armas de la Fortaleza Roja, Willem Darry, se acercaba a ella.

- Lamento interrumpir este momento majestad pero un barco se ha divisado en el horizonte.

- Cuál es un estandarte?- preguntó Rhaella.

- El estandarte real- respondió Willem Darry.

La reina Rhaella estaba agotada por el parto pero reunió sus fuerzas para levantarse y con ayuda de las parteras y sus sirvientas se vistió. Sin duda traerían nuevas de la guerra. Imaginad su sorpresa al ver que quien entraba en su estancia de Rocaragón no era su hijo Rhaegar, ni ninguna persona bajo su servicio o al servicio del rey, el joven que vio entrar la reina Rhaella fue al joven señor de Invernalia, Eddard Stark.

- Majestad, debéis acompañarme a la Fortaleza Roja, todos os esperan- dijo Eddard Stark.

- Que ha ocurrido, donde esta mi hijo?- preguntó Rhaella.

- Os juró que os lo contaré todo por el camino- dijo Eddard.

- Porque debería seguir a un rebelde que declaró la guerra a mi familia- dijo Rhaella.

- La guerra ha terminado majestad. Debemos partir ya- dijo Eddard.

Durante la travesía de Rocadragón ha Desembarco del Rey, Eddard Stark le contó todo lo que había sucedido en la guerra. La muerte de Rhaegar y Robert en el Tridente, la muerte de Aerys  cuando los Lannister tomaron la ciudad y la muerte de su hermana Lyanna cuando esta dio a luz al hijo de Rhaegar. Cada palabra que decía el joven señor de Invernalia a la reina era como una puñalada, jamás hubiese pensado que se hubiese llevado a este punto. Lo único que le daba un poco de esperanza era que el joven señor de Invernalia no había nombrado a los hijos de Rhaegar y a su madre, por tanto, seguían con vida.

Cuando llegaron a la ciudad Eddard Stark pidió a la reina Rhaella que no viese lo ocurrido en la ciudad, sin embargo fue imposible. Aunque ya hubiese terminado Rhaella podía verlo como si estuviese pasando en ese instante. Podía ver las casa incendiadas, podía ver los cadáveres de hombres, mujeres y niños esparcidos por el suelo. Podía escuchar como las mujeres eran violadas. En cada hombre hay un monstruo y surge cuando se les pone una espada en la mano.

Al llegar a la Fortaleza Roja Rhaella se pudo reunir con el resto de su familia ( Elia y sus nietos, Aegon y Rhaenys). Los grandes señores que lucharon, sin importar el bando, dieron por finalizada la guerra y decidieron coronar a Rhaella como la nueva reina de los Siete Reinos, ella gobernaría y administraría los Siete Reinos hasta que su nieto Aegon fuese de edad legítima, dieciséis años para poder gobernarlos él.

En cuanto al hijo de Lyanna, en un acto de misericordia la propia Elia permitió que tuviese el apellido Targaryen y un nombre apropiado, Jaehaerys. Sin embargo, no se criaría en la corte, sino en el Norte. Elia sabía que ese pequeño no tenía la culpa de los pecados de sus padres, pero ella jamás podría criar al hijo de Lyanna. La mujer que le arrebató a su esposo, la presencia de Jaehaerys en la corte sería un recordatorio constante del engaño de su esposo y eso Elia no lo podía soportar. Y aunque fuese hijo de Rhaegar sería el último de sus hijos en el tema sucesorio.

El reinado de Rhaella se centró básicamente en reconstruir todo aquello que la guerra había destruido. Reconstruir los castillos y las casas, volver a sembrar y cultivar los campos. Parecía una tarea sencilla, pero era una gran tarea que llevaría muchos años llevarla a cabo. Tales medidas resultarían un gran dispendio para las arcas reales por tanto también debía crear nuevos impuestos. Su único apoyo, su fuerza, era su familia. Pero otro duro golpe cayó sobre la Casa Targaryen. Cinco años después de la guerra la princesa Elia moría, los maestres dijeron que la enfermedad y su debilidad para combatirla fue lo que se la llevó. Rhaella sabía que su nuera murió porque el corazón se lo rompió. En ese momento el príncipe Doran y el príncipe Oberyn solicitaron la tarea de poder cuidar a los príncipes, sus sobrinos. Llevarlos a Dorne y prepararlos para ser grandes reyes. Sin embargo Rhaella rechazó la oferta, debía ser ella quien se hiciese cargo. Por tanto dictaminó que sus nietos partirían a Rocadragón, allí serían instruidos por los mejores tutores, al estar apartados de la corte no se distraerían y Aegon podría convertirse en el rey que los Siete Reinos merecen.

Los años pasaban y la tarea de reinar hubiese sido aún más difícil sino hubiese sido por él. Bonifer Hasty y los Cien Santos llegaron en el momento oportuno, su centenar de soldados se encargaban de la seguridad de la Fortaleza Roja, y Bonifer se convirtió en la nueva Mano del Rey. Rhaella con ayuda de su nueva mano gobernó los Siete Reinos de la mejor forma posible, 11 años de paz. Ahora había llegado la hora, la hora de quitarse la corona y dar paso a un nuevo rey, su nieto Aegon.


El Legado del DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora