Capítulo 3

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Los sirvientes estaban terminando de poner los últimos baúles en el carromato mientras Rhaella Targaryen se despedía de su familia. Finalmente ya no era nadie. Finalmente podía descansar. Finalmente podía abandonar Desembarco del Rey, aquel lugar que aborrecía y le había traído tantas desgracias. Finalmente podía ser feliz. Rhaella y Bonifer marcharían a Rocadragón para estar finalmente juntos.

- Ser Bonifer, cuidad de mi madre- dijo Daenerys mientras abrazaba a Rhaella.

- Descuidad princesa, siempre la cuidare- dijo Bonifer.

- Si alguien merece ser feliz sois vos madre- dijo Viserys.

- Gracias Viserys- dijo Rhaella mientras abrazaba a su hijo- cuida de mi hijo Margaery.

- Contad con ello alteza. Os deseo buen viaje y una gran dicha. Os prometo que os visitaremos pronto- dijo Margaery.

El carruaje había llegado pero Rhaella debía despedirse de nietos. Se acerco a Aegon y Rhaella y abrazó a ambos con fuerza. Cuando se separó de ellos se acercó a Aegon y en voz baja le dio un consejo:

- Un rey sabio escucha a sus consejeros pero sobre todo escucha su instinto. Rodéate de personas en las que puedas confiar pero no pienses ni por un instante que serán tus amigos. Un rey solo tiene sirvientes y enemigos- dijo Rhaella.

Luego en voz baja le dio una advertencia Rhaenys:

- La corte es un nido de víboras. Se esconden en plena luz del día pero están. Los sueños y las esperanzas de la Casa Targaryen descansan en los hombros de Aegon desde que vuestro padre murió. Protégelo, protegeos mutuamente, pues solo juntos podréis hacer frente al futuro- dijo Rhaella.

Rhaenys escuchó atentamente cada palabra de su abuela y asintió. Entonces Rhaella dio media vuelta y marchó hacia el carruaje. Ser Bonifer había abierto la puerta y la esperaba. Bonifer le dio la mano y Rhaella subió al carruaje. En ese momento Bonifer cerró la puerta y subió por el otro lado. Rhaella se quedó observando a su familia por última vez y dijo antes de partir.

- La familia,  vuestro lazo esa será la espada que defienda estos reinos y esa espada siempre debe permanecer fuerte- dijo Rhaella.

En ese momento el carruaje se puso en marcha y Rhaella Targaryen abandonaba Desembarco del Rey para nunca regresar. Desde ese entonces lo días fueron pasando convirtiéndose en semanas. Aegon atendía a sus obligaciones con ayuda del Consejo Privado. Pero a quien más escuchaba era a Rhaenys. Esa mañana en la cámara del Consejo Privado estuvieron tratando varios asuntos durante horas.

- El último punto a tratar es el de vuestra boda majestad- dijo Viserys.

- Mi boda?- dijo Aegon.

- Tenéis dieciséis años majestad, como rey de los Siete Reinos vuestro deber es el de casarse y dar continuidad a la dinastía Targaryen- dijo Viserys.

- Conozco perfectamente mi deber tío Viserys- dijo Aegon.

- Deberíamos de hacer una lista con las mejores candidatas y que su majestad elija- dijo Symon Staunton.

- Hay miles de candidatas Aegon, cualquier dama de Poniente o del otro lado del Mar Angosto estaría encantada de ser tu esposa- dijo Viserys. 

- Solo puede haber una candidata, Rhaenys- dijo Aegon.

- Rhaenys?- dijo Viserys.

- La amo desde hace años, igual que ella a mi- dijo Aegon.

- Las personas de nuestra condición no se casan por amor Aegon. Lo importante es establecer una alianza que fortalezca tu posición y beneficie a nuestra familia- dijo Viserys.

El Legado del DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora