No logre conciliar concentración en el trabajo. No podía dejar de pensar en él y en preguntarme que carajos hacia aquí.
Al lado de mi casa y aquí en la ciudad.
Tenía entendido que estaba en España llevando a cargo la empresa de su padre y que estaba comprometido. Ahora posiblemente casado.
El recuerdo de cuando me entere es tan nítido como los demás recuerdos. Tenía veinte años y acababa de graduarme en diseño gráfico, fui a pasar el fin de semana en casa de mis padres porque ellos querían celebrarlo, cuando mi hermano emocionado soltó que su mejor amigo acababa de comprometerse.
No me sentí para nada bien, lo odie en ese momento más de lo que creí odiarlo antes. Sentía tanto enojo de que él allá podido seguir con su vida como si nada, de que haya alcanzado parte de sus sueños y ahora iba tener una esposa, posiblemente demasiado hermosa que parecería surreal, he irían a formar una grande y bonita familia feliz.
Mientras yo... yo seguía estancada en mi pasado, presa en mis culpas y atada a los errores que había cometido.
Ni siquiera lo que ocurrió había sido culpa de él, yo fui la que daño todo, yo fui la que empezó a delirar y ver cosas donde no las había, yo fui la que empezó a soñar una historia que se hacía real solo en mi cabeza. Yo fui la que destruí todo a su paso, mi amistad con él y mí juventud.
Él no había hecho nada y eso era lo que me enojaba algunas veces. Hubiera sido más llevadero que ambos fuéramos sido participes de la desgracia, o de las desgracias que ocurrieron, pero todo eso lo provoque única y exclusivamente yo. Él... él solo era uno más de las víctimas.
Estaciono el coche frente a mi casa y dejo de divagar en mis pensamientos. Miro hacia su parte de la casa y suspiro de alivio de ver todo oscuro, no se encuentra en casa, pienso.
No estaba preparada para lidiar con él, no creo estarlo nunca. El tenerlo aquí cerca es el solo recordatorio de todo lo que paso.
Sierro mis ojos he intento que disminuye la sensación de opresión en mi pecho. Todo el día estuve con mi estómago revuelto y los latidos de mi corazón demasiados acelerados. Presentía que podía tener un ataque de pánico en cualquier momento.
Bajo del coche le paso seguro y me encamino hacia la puerta. Cuando abro ya Doki está moviendo la cola feliz de verme.
―Hola, amigo mío― me acuclillo para quedar a su altura, le doy besos en su cara y lo abraso contra mí. Este me la lame la cara y las manos.
Voy a la cocina y dejo el bolso en la encimera, yo no tenía hambre. Pero eso no quería decir que Doki estuviera igual. Preparo su comida, le doy sus vitaminas, la hecho en su taza y mientras él come voy a mi habitación a cambiarme para salir a caminar un rato con él como siempre. Pero de repente la idea de salir no suena tan agradable como antes. Temo encontrarme a Derek por ahí.
Niego con mi cabeza, no puedo estar en mi casa escondida. No es bueno para Doki, pienso.
Es necesario que mi perro salga a pasear y libere estrés por estar todo el día en casa.
Esto es por Doki.
Después de pasear a Doki y de tomarme una taza de chocolate en mi sala sentada, me duche y mi fui a dormir. No pensaba salir a ese balcón por un tiempo. Evitaría a Derek todo lo que fuera posible, no había muchas posibilidades de encontrarnos, mis estadísticas apuntaban solo al balcón que tanto amaba.
Si salía ahí, tendría que lidiar con él, algo que no quería en absoluto.
***
―Oye. ¿Estás bien? ― la voz de Rossi hace que deje de mirar la cafetera y lleve mi vista a ella.
ESTÁS LEYENDO
El pasado que nos une
Teen FictionEliana Wells, tenía todo perfecta y estrictamente controlado. Después de salir de la peor etapa de su vida (no del todo ilesa) tomo las pocas piezas que le quedaron de si misma y las guardo bajo llave, puso un muro a su alrededor en el cual no dejab...