No supe en que momento salí de la agencia, me subí a mi auto y ya me encontraba estacionada al frente de mi casa. No supe cómo me las arregle para llegar aquí.
Después de saber que tendría que convivir más tiempo con Derek, prácticamente trabajar codo a codo con él, mis defensas se derrumbaron, mis sentidos los cuales siempre se encontraban en estado de alerta, estaban apagados, mi cerebro no estaba procesando bien lo que estaba pasando a su alrededor y ya estaba dejando de distinguir entre lo que era real y no.
Estaba sudando, sentía un leve hormigueo en el pecho y mi respiración estaba empezando hacer irregular, había olvidado esta fea sensación de no poder respirar y el hecho de sentir que había olvidado como hacerlo.
La idea de morir por que mi respiración no se dignaba a salir bien, me tenía al punto del colapso. Mi cerebro tenía banderines rojos de alerta y la realidad llego a mí como un camión sin frenos.
Estas teniendo un ataque de pánico. Me decía esa voz en mi cabeza.
Como puedo abro la puerta del carro y salgo a pasos torpes, sierro la puerta de manera brusca y en medio del caos en el que me encuentro, me doy cuenta que no saque mi cartera, ni las llaves del coche.
Importándome menos en ese momento, recuerdo que debajo de una maceta hay una llave de repuesto que yo había dejado hace dos años ahí, en caso de que llegara a perder las originales.
El latido de mi corazón podía escucharlo en mis oídos. Las lágrimas inundaron mis ojos y casi me voy de bruces contra el suelo. Cuando llego a la puerta, diviso la maceta y me agacho con cuidado para buscar las llaves, mis manos temblaban frenéticamente y por el brusco movimiento me era difícil meter las llaves en el cerrojo de la puerta.
Escuchaba los ladridos de mi perro al otro lado.
Cuando abro la puerta me recuesto a esta, Doki ladra y a pesar de tener sus patas en mi estómago y tenerlo tan cerca lo escuchaba como si estuviera en algún rincón de la casa.
Necesitaba respirar. Pero no podía.
Oh Dios, no podía morir así, no ahora.
Me desplomo en suelo y de rodillas llego a la cocina. No podía llamar a nadie, no tenía como. El teléfono estaba en la cartera y la cartera se encontraba en mi auto.
Doki llega a mí y me lame la cara. Mi vista se vuelve más borrosa y algunas lágrimas se deslizan por mis ojos.
Intentaba recordar algo de lo que había visto y aprendido en mis terapias. Pero nada venía a mí, solo había el pensamiento de que si no respiraba podía morir allí.
Por el rabillo de mi ojo veo como Doki sale corriendo escaleras arriba y se pierde en mi habitación. Yo me llevo una mano al pecho y abro la boca intentado de algún modo buscar el aire que mis pulmones necesitan.
Escucho a lo lejos sus ladridos en la habitación, me dejo caer por completo en el suelo y en el acto mi cabeza se golpea un poco, pero el dolor ni siquiera llego o no lo sentí.
Solo quería respirar.
Cierro mis ojos y unos minutos después ciento unas manos frías en mi cara y una voz que no reconocí al principio pero que después llego con mucha claridad.
―¡Eli! ¡Mírame!
¡Era Derek! ¿Por dónde entro?
―Vamos linda, solo concéntrate en respirar. ¿si? Tú puedes.
Oh querido Dios. Eso estoy intentado hacer desde que me baje del coche; Quería poner los ojos en blanco pero no tenía las fuerzas para hacerlo.
―No pienses en más nada, Eli. Solo piensa que nada puede ser más fácil como respirar. ―Siento unas palmaditas no muy fuertes en mis mejillas. ―¿necesitas algo? Intenta hablar.
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El pasado que nos une
Novela JuvenilEliana Wells, tenía todo perfecta y estrictamente controlado. Después de salir de la peor etapa de su vida (no del todo ilesa) tomo las pocas piezas que le quedaron de si misma y las guardo bajo llave, puso un muro a su alrededor en el cual no dejab...