9 - Secrets

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"I need you more than I want to
Need you more than I want to"
—Shameless, Camila Cabello.

Aaron Taylor

—Joder, es que no sé qué hacer –le digo a Daph.

Estamos en mi casa, me ha llamado antes diciendo que si podía pasarse, y como Sea está con unas amigas en el centro le he dicho que claro.

Está sentada en la cama mirándome mientras yo no paro de moverme de un sitio a otro.

—Yo estaba bastante preocupada por lo que me ibas a decir a mí... –me dice.

Antes de esta conversación, ayer tuvimos otra, en la playa.

Me explicó todo perfectamente, me dijo que ella nunca quiso besarle y que fue todo Dylan.

—Ya sabes que opino de eso, no lo menciones mas –la miré —, agua pasada –volví a recorrerme toda la habitación —. Ahora; Dylan.

—Tengo que reconocer que es un cabroncete, la verdad, a veces se pasa...

—¿A veces solo? Si fuera solo a veces sería más feliz –le digo —Joder es que, me jodió mucho sabes...

Daph se levantó y me agarró la cara con las dos manos.

—No le hables hasta que el te llame, ¡él fue quién la cagó! Tu no debes decirle nada hasta que él mismo dé el primer paso –me sonrió.

Y ya estaban ahí otra vez esas cosas en el estómago.

—¿Te has puesto rímel? –le dije.

—Eh, sí, un poco, ¿por?

—Nada, te queda bien, me gusta –y le di un beso en los labios por instinto.

Ella se quedó algo bloqueada pero actuó como si no fuera nada y me volvió a sonreir.

—Gracias, rubiales –se rió.

—¿Rubiales? –nunca me había llamado así antes.

—¿Qué pasa? ¿No te gusta?

—No, si, si, es solo que... es muy tú.

—Claro, porque se me ha ocurrido a mí –me dice satisfecha —. Eres mi rubiales.

—¿Tuyo? –le dije tontorron —. ¿Y quién dice eso? –le abracé y empecé a atacarle el cuello a lo que ella empezó a reírse abiertamente.

La tiré a la cama y su risa no paraba de rebotar en todos los rincones de la habitación.

—¡Aaron! –otra carcajada —. ¡Para! ¡Me haces cosquillas!

Me encantaba verla feliz.

Me separé y miré sus ojos verdes, intentando memorizarlos en mi cabeza.

—Guapa –y la besé.

—Que simple, pero me ha gustado mucho –me dice.

—Bueno, lo siento, todavía no tengo un apodo para ti –nos reímos.

Nos estuvimos besando y de repente sonó mi móvil. Era Dylan.

—¿Qué hago? –me entró el pánico. Parecía un niño de cinco años.

—¡Contesta!

Daph descolgó por mi y me puso el movil en la oreja.

—¿Aaron? Hermano, tio, ¡tengo que hablar contigo!

Amor Bonus [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora