cuatro

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Parecía haberse vuelto una rutina llevarle comida a su vecino y luego recibir sus contenedores limpios metidos en una bolsa, solo que ahora no era cualquier bolsa

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Parecía haberse vuelto una rutina llevarle comida a su vecino y luego recibir sus contenedores limpios metidos en una bolsa, solo que ahora no era cualquier bolsa. Taehyung había reemplazado la bolsa plástica por una de tela color durazno, dejándola colgada todas las mañanas en la manija de su puerta. Hasta el momento le había devuelto dos veces la comida porque no le gustaba la textura, pero junto a eso, había dejado en un pedazo de papel una carita feliz con la lengua afuera.

Taehyung no lo sabía, pero Jungkook había comenzado a coleccionarlas, y en el reverso apuntaba la comida que no le había gustado para evitar llevársela otra vez.

Y era curioso que, en las clases extras, Taehyung apenas y lo miraba, mientras que, en el edificio, se mostraba gentil, siempre atento. Jungkook lo entendía, pero aun así le entristecía ser evitado en clase por su hyung.

Mientras regresaba del ensayo con su banda, Jungkook se detuvo en una tienda deportiva y observó las camisetas, balones y otros instrumentos deportivos. Últimamente, había visto a Taehyung entusiasmado con el básquetbol, pero estaba seguro de que no tenía nada con relación a este deporte, ni un balón, camiseta, o siquiera lo practicaba.

Inspiró hondo y balanceó en sus manos un balón, sintiéndolo pesado pero agradable al tacto. Tal vez a su hyung le gustaría por eso, por como se sentía, casi como si masajeara sus palmas.

Terminó comprándolo y colgó la bolsa de regalo en el manillar de su motocicleta, yendo en dirección a su apartamento. Cuando se detuvo en el estacionamiento y subió al ascensor, se preguntó, mientras miraba la bolsa, por qué de repente estaba tan interesado en Taehyung. Y no, no era solo una atracción física. ¿Tal vez era por el hecho de ser autista? Quizás, en el fondo, era igual a los demás. Quizás, se sentía conmovido por él. O no, solamente le había gustado su personalidad sincera y amable, como le hubiera gustado de cualquier otra persona.

Meneó la cabeza al tiempo que se acercaba a la puerta de su vecino, arrugando la nariz inconscientemente cuando le llegó un olor fuerte, quemado. Y, bajo la puerta de Taehyung, notó que algo de humo se escapaba.

Jungkook siempre había sido capaz de actuar rápido, sin embargo, se quedó congelado y soltó la bolsa. Preguntándose que debía de hacer cuando su cuerpo no reaccionaba.

—¿Hyung? —susurró tembloroso y cerró los ojos un segundo, suficiente para recomponerse. Golpeó la puerta con fuerza y lo llamó de nuevo—. ¡Hyung! ¡Hyung, abre la puerta! ¡Hyung!

Se subió la camisa un poco para usar la mitad como un escudo de la palma de su mano y mover la manija. Volvió a usar sus puños cuando notó que estaba con seguro.

—¡Hyung!

Y antes de darse vuelta para alertar a alguien, la puerta se abrió. Aún había humo nublando a su alrededor, pero comenzaba a esparcirse con cada ventolera. Taehyung tenía el cabello enmarañado, usaba un bonito delantal azul con encaje en los bordes y su expresión era de una persona que estaba asustada, pero más que eso, triste, muy triste, como si estuviera decepcionado de sí mismo.

—Dijiste que las palomitas eran fáciles de hacer, pero acabo de quemar dos ollas —dijo serio, casi enojado, pero a Jungkook le pareció tierno y quiso abrazarlo, más se mantuvo quieto, intentando controlar su corazón.

—¿Tú estás bien? ¿No te quemaste?

—Dije que se quemaron dos ollas —replicó, bufando y dando media vuelta para volver a la cocina.

Jungkook cerró la boca y pasó saliva, al tiempo que agarraba su bolsa y entraba a la casa de su hyung. Dejó el regalo sobre el sofá y se acercó a la estufa, moviendo su mano para apartar el resto de humo que quedaba allí. Una olla pequeña estaba completamente negra y, tal vez, un poco apachurrada. La otra, donde intentó hacer una mezcla para endulzar sus palomitas, tenía el azúcar negra y cristalizada en el fondo y a sus alrededores.

—Hyung, te dije que las palomitas tardaban menos de dos minutos en estar listas. ¿Acaso fuiste a hacer algo más mientras dejabas esto aquí?

Taehyung se mordió el labio, haciendo puños sus manos.

—Fui a bañarme —admitió.

Jungkook respiró profundo, sus manos en jarra y su mirada incrédula.

—¿Cómo preparas tu propia comida?

—Es normal que se te queme la comida algunas veces —se defendió el mayor, quitándose el delantal con notable molestia—. Es completamente normal —repitió, yendo a la parte de atrás para tomar una escoba, comenzando a barrer.

Jungkook frunció el ceño, siguiéndolo.

—¿Por qué estás barriendo de repente?

—¡Por qué estoy furioso! ¿No me ves? —refunfuñó, agarrando el palo con fuerza—. Deberías irte a casa.

El menor abrió la boca, dispuesto a objetar, pero decidió cerrarla, considerando que era lo mejor para evitar estresarlo de más. No obstante, antes de volver a su casa, se llevó consigo las dos ollas quemadas para no olvidar echarlas a la basura. Y justo al cerrar la puerta, escucho un estruendo; dedujo al instante que Taehyung habría golpeado la escoba contra la pared.

Dio vueltas en su casa, sentándose en el suelo porque aún, después de dos semanas de vivir allí, no compraba muebles. Se echó sobre su espalda y se dedicó a mirar el techo como si hubiera algo importante allí. Y aunque en realidad no había nada, le ayudaba a pensar, incluso a dormir. Llegó a fijar tanto los ojos en medio de la nada, que su vista comenzó a distorsionarse, hasta que, finalmente, cayó rendido en los brazos de Morfeo.

Despertó más tarde porque su móvil vibró en el bolsillo de su pantalón, seguido del sonido de notificaciones, que se detuvo después del quinto mensaje. Cuando lo sacó y leyó de quién era y lo que decía, no puedo evitar sonreír.


Taehyung hyung

Dejaste el balón aquí. ¿O es para mí?

Si es para mí, hiciste una buena elección.

Me gustó tu regalo.

Si es mi regalo, claro.

Y si no, no pasa nada. Ven por el cuándo quieras.


Luego llegó otro más, pero no era un mensaje, sino una foto del balón sobre la mesita de centro y unos emoticones de carita feliz a los lados.


Jungkook

Es tuyo, hyung.

Es un regalo.


Taehyung

Seguramente no voy a darle uso, pero se siente bien en mis manos.

Gracias.


El menor se sentó, dándose cuenta de que le dolían las mejillas cuando dejó de sonreír unos segundos después. Era posible... ¿Taehyung le gustaba?

cwtch » KooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora