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Pietro estaba descansando en la cama cuando Lexie entro a la habitación con una gigante sonrisa en su rostro. Sus mejillas estaban rojas por haber corrido por las escaleras para llegar a la habitación en donde Wanda le había dicho que estaba su hermano.

—¡Lo hicimos! —Aclamo, sonriéndole a Pietro—. Lo hice, Pete. Te dije que podía hacerlo —canto sin notar la forma en que él la estaba mirando. Se había soltado su cabello y cambiado a unos cómodos pantalones de chándal antes de subir las escaleras, odiando el cuero ajustado que había usado para la misión.

En la siguiente hora en que Wanda lo había dejado, a Pietro se le había ocurrido una misión incluyendo a Lexie. Y mientras ella estuvo ahí, su pecho subiendo y bajando con sus brillantes mejillas, labios rojos y ojos llenos de alegría y orgullo, Pietro la observo con un brillo determinante en sus ojos.

—No pensabas que podía hacerlo, pero lo hice —comenzó a despotricar; perdiendo el momento en que Pietro se movió y se paró detrás de ella.

Él poso sus pesadas manos en sus hombros, haciéndola voltearse a la mitad de la oración.

—Cállate —dijo, con alivio pasando a través de él al finalmente tenerla en casa a salvo.

—¿Que...? —Lexie empezó a decir un poco indignada solo para ser interrumpida por la suave presión de sus tibios labios sobre los suyos.

Sus ojos se abrieron en conmoción cuando Pietro la beso, congelándose momentáneamente antes de relajarse, sus ojos cerrándose mientras sus manos se movieron para descansar a los lados de su rostro, atrayéndolo más cerca.

Pietro movió sus manos a sus lados, una mano moviéndose suavemente hacia su espalda y arrastrándola más cerca mientras profundizaba el beso, mientras que su otra mano hizo su camino hacia su cabello.

—La próxima vez —dijo separándose de su boca y moviéndose hacia su cuello—, iré contigo —murmuro él, refiriéndose a la misión a la que ella había ido sin él.

—Está bien —Lexie suspiro, sin levantar pelea mientras sus dedos se enredaban en las partes oscuras del largo cabello plateado.

—Bien —dijo él. Moviendo su mano detrás de su cuello y posicionando la otra son firmeza en su cintura antes de los dos correr hacia su habitación, sabiendo que nadie los molestaría ahí como usualmente lo hacían si se quedaban en donde estaban.

Dejo a Lexie en su suave colchón, antes de posicionarse sobre ella.

—Nadie nos va interrumpir aquí —declaro triunfante.

—No voy a acostarme contigo —dijo Lexie instantáneamente. Levanto una ceja desafiándolo, pero Pietro solo le sonrió.

—Eso está bien, hay otras cosas que podemos hacer —sonrió, retorciendo sus cejas haciendo reír a Lexie. 

—¿Cómo qué? —Lexie pregunto, complaciéndolo.

—Hum, como esto —dijo, antes de dejar un frenesí de besos en su rostro mientras sus manos se deslizaban bajo su camisa.

—Pete, me estás haciendo cosquillas —Lexie lo empujo débilmente, sin poner mucho esfuerzo. Estaba contenta de estar en donde estaba.

—Cosquillas, ¿eh? —Murmuro contra su cuello donde una vez más enterró su cabeza, dejando de vez en cuando un suave beso.

—No te atrevas, Pietro —Lexie le advirtió. Pero era demasiado tarde; él le estaba haciendo cosquillas y Lexie se estaba riendo como si nunca antes lo hubiera hecho.

Estaba eufórica, no solo porque había completado su misión con éxito, sino también porque ahí estaba acostada y riendo en la cama con el chico del que estaba segura empezaba a enamorarse.

—Está bien, está bien, para, por favor —Lexie rogó cuando no pudo más. La risa profunda de Pietro resonó en la habitación antes de que sus dedos pararan y colapso sobre ella, envolviendo sus brazos en su cintura mientras se movía hacia su lado, acunando a Lexie contra su cuerpo.

—Lo siento —Pietro se disculpó por su comportamiento. Una vez más enterrando su cara en su cuello. Lexie había empezado a pensar que la acción le daba algo de alivio, de la misma manera en que le traía a ella.

—Está bien —dijo ella, acariciando su cabello con una pequeña sonrisa en su rostro—. Todo está bien —y realmente lo estaba.

Inesperado | Pietro MaximoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora