El sonar de la lluvia era relajante.Mi mirada estaba perdida en las gotas que se estrellaban contra mis pies. El único ruido era del viento arrastrando el agua que caía del cielo y era pura suerte que donde me encontraba había un techo que podría cubrirme y protegerme antes de quedar empapada.
Una parada de autobús era mi lugar durante una hora entera desde que empezó a empeorar el clima. Árboles era lo único que había a mi alrededor junto a una carretera donde no ha pasado ni un solo auto durante el tiempo que llevo y una cabina de teléfono a un costado de la banca, que ni siquiera servía pues ya había intentado llamar y mi móvil no tenía señal por estos lados.
Comenzaba a desesperar y a preocuparme, la noche parecía no tardar en caer y la lluvia no tenía planes de parar, debía irme de ahí aún sin saber a dónde pararía. De pie, no tuve más que tomar mi equipaje y empezar a caminar, la chamarra que traía no tuve de otra que colocarla encima de mi cabeza para cubrirme siquiera un poco.
("Maldita sea, todo por ese estúpido... ¡agh!")
Caminaba sin rumbo y a cada rato cuidando mis espaldas por temor a que algo o alguien me siguiera, esperando no caer en la locura al empezar con la paranoia de ser perseguida. Tomaba con fuerza el equipaje que llevaba en cada mano, más el peso que cargaba mi espalda con la mochila, ya estaba cansada y estoy segura que no llevo ni diez minutos caminando.
Y es cuando escuché el andar de un auto, me detuve y giré viendo a lo lejos unas luces que empezaban a acercarse... aquel auto pasó de largo sin importarle ni un poco mi presencia, o eso creí yo. De inmediato noté como el auto se echa de reversa y se detiene a unos pocos metros de donde estaba.
Di apenas dos pasos cuando una silueta bajó del auto y abrió una sombrilla, se acercó a mí e igual seguí avanzando hasta donde estaba.
― ¿Hanna? ―
Mi nombre sale de la boca de la desconocida, porque era una mujer quien había hablado.
— ¡Santo cielo! Ven aquí, no vayas a contraer un resfriado —
La mujer se acerca y me ayuda con mi equipaje, nos acercamos al auto y un hombre baja por la parte del piloto.
— ¿Estás bien, Hanna? —
Preguntó él.
— Ella está bien, hay que irnos antes de que el clima empeore —
¿Podría empeorar más este día?
No había dicho ni una sola palabra desde que la pareja llegó, subí al auto y dimos la vuelta para dar con la dirección contraria a donde yo estaba yendo. Pasamos la banca donde había estado sola por un largo rato, un mal rato.
— Lamentamos haber tardado tanto, tuvimos complicaciones en el camino y fue todo un desastre —
— Te pedimos una disculpa, Hanna, pero nos alegra que te hayamos encontrado con bien —
Ambos se disculparon.
— Llegando a casa te prepararé algo de cenar en lo que te duchas para que no vayas a enfermar ¿te parece? —
La mujer me mira por el retrovisor, me limité a solo asentir y seguir callada el resto del viaje. No pude evitar mirar a la pareja que iba delante, mediana edad, ya con notables arrugas y canas, ambos con un porte bastante común, pero amigables a simple vista.
Recargué mi cabeza en la ventana del auto, sintiendo el frío en ella y escuchar la lluvia golpear, estaba tan cansada que solo quería llegar a dormir después de un largo viaje.
— Hemos llegado —
Abro los ojos y nos hemos detenido al fin, después de un pequeño sueño que me había dado al fin podría estar tranquila en un solo lugar. Bajé y enfrente de mí había una gran casa rústica, muy linda y con jardín, tenía muchas ventanas suponiendo que el interior debía estar iluminada con luz natural... claro, en estos momentos no tanto por las nubes grises que cubrían todo el cielo.
Lo que llama mi atención, es una ventana en una esquina de la casa en la parte de arriba, curioso, la ventana se encontraba completamente sellada con madera.
Me adentro por fin a la casa, no sin antes dejar mis zapatillas todas mojadas en la entrada, siento la calidez del lugar y como todo era tan amplio y tradicional.
— Bienvenida, Hanna. Esta es tu casa ahora —
Dijo la mujer.
Y tenía razón, su casa ahora era mi casa aunque tardaría en acostumbrarme, pero agradecía la oportunidad de poder al menos tener un techo donde dormir y comer. Me volteo hacia ellos y hago una leve inclinación como agradecimiento.
— Muchas gracias, señor y señora Tsujii —
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Solo a mí se me ocurre subir historias, teniendo otras pendientes por terminar TT.
Y lo seguiré haciendo >:)
¿Les gusta el nombre o prefieren a la típica rayita? Los leo uwu
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M4LDITO AMOR | Souichi Tsujii | ○Pausada○
RandomDurante largos años, él maldecía a todo aquel que no soportaba. Su interés por la magia negra y el vudú seguía intacto, buscando maneras de molestar y deshacerse de las personas que aborrecía... solo por diversión. Cuando un día, lo maldicen a él. ...