Durante largos años, él maldecía a todo aquel que no soportaba. Su interés por la magia negra y el vudú seguía intacto, buscando maneras de molestar y deshacerse de las personas que aborrecía... solo por diversión.
Cuando un día, lo maldicen a él.
...
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El día de clases finalizó.
Los estudiantes salieron de inmediato queriendo ya irse a su hogar. Hanna, por otro lado, sentía que su día había tenido de todo un poco y la atención que recibía por ser la chica nueva le era abrumador, estaba acostumbrada, si, pero siempre estaría agobiada tener a tanta gente interesada en hablarle.
Hanna era de cero amigos.
Podrían verla como alguien social, la típica chica popular del colegio, amigable, risueña, todo lo positivo del mundo... pero era el mayor defecto de Hanna, pues ya habían abusado de su confianza anteriormente y por malas experiencias terminó siendo como es ahora. No volvería a dejarse de nadie.
Pero para su mala suerte, Hanna no podía evitar querer conocer a las personas, como le sucede con Souichi. Algo en él atrajo a la pelinegra y eso, de cierta forma, le asustaba.
Y eso le gustaba.
¿Por qué se empeña tanto en buscar a Souichi?
Ya escuchó a los demás, nadie le habla, es raro, da miedo, dicen que está maldito... ¿Por qué Hanna quiere conocerlo? Souichi ya se encargó de demostrar que no estaba interesado y le hizo ver que estaba molesto con su presencia, no solo en su casa, sino ahora también en el colegio.
Hanna iba camino a la salida, los estudiantes pasaban a su lado y uno que otro la miraba y se despedía de ella, únicamente sonreía sin muchas ganas de amistarse.
— ¡Que descanse, Hanna-san! — dijo una chica pasando por su lado
Ni siquiera le contestó, solo la vio corriendo hacia un auto y subirse a este hasta no verla más, incluso se topó nuevamente a esas tres chicas que, como era de esperarse, terminaron chocando hombro con Hanna y no quiso molestarse en decirle algo, solo lo dejó pasar a pesar de haberse molestado. No valía la pena.
Retirándose del colegio, pudo ver a lo lejos que Souichi ya iba camino a su casa, quiso alcanzarlo pero ya no quería seguir molestando con su presencia, así que decidió tomar distancia y tratar de no perderle de vista para así llegar bien a casa de los señores Tsujii. Hanna seguía a Souichi con mucha confianza sin tener que andar pisando sus talones, memorizaba el camino así para más adelante poder hacerlo ella sola y no perderse...
(...)
Llevaban un rato caminando y Souichi no parecía darse cuenta de Hanna. Lo que ella no sabía era que estaban yendo a otro lado, después de varias calles terminaron por llegar a un parque y alrededor de ahí había un enorme bosque de grandes árboles.
Souichi desapareció al momento de entrar.
Hanna aún a sus espaldas, miró todo y al estar cayendo ya la tarde no quería quedarse sola en ese sitio, por lo que lo siguió adentrándose también y siguiendo el ruido de las pisadas por donde Souichi se había ido. Aquel lugar era demasiado tenebroso, por la tarde, casi noche, lo era aún más porque parecía digno de una escena de película de terror y a Hanna no le asustaba verlas, pero vivirlas era diferente.
