Daphne Greengrass

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Bryan Black

Entré en la habitación de Daphne, y aunque ella sabía de mí presencia no se volvió a recibirme, suspire en cuenta a por que estaba así, pronto me deshize de mi túnica y la deje en su cama. No quise discutir y me acerque cuidadosamente a ella, me daba la espalda por estar observando tras la ventana.

—Ya no estés molesta conmigo, princesa.—pasé mis brazos por su cintura para abrazarla y dar delicados besos en su cuello—. Hace rato hablamos sobre esto, ya lo solucionamos—apretó un poco sus labios sin decir una palabra y la giré para que me viera de frente.

Nos vemos a los ojos. Los ojos de Daphne son azules, enigmáticos, poderosos... intensos.. qué hacen un juego estupendo con el platinado natural de su cabello.

—Tú y yo, Daphne. Nadie más—prometí una vez más y sonreí certera—. Lo nuestro es algo sólido y firme, no tienes porqué...—detuvo mi oración con una corto beso en mis labios.

—Ya entendí, Bryan. Sólo...—la acerqué más a mí cuerpo, amaba esta sensación de tenerla tan cerca... tan mía—.. aún sigo un poco molesta.

Yo la entendía. Entendía esa concreta desconfianza e inseguridad que tenía conmigo. Yo antes de ella nunca había tenido una relación estable, amaba a las mujeres, si, también amaba mucho el sexo, todo era casual, era divertido y nada dañino. Yo jamás e tenido las riendas de mi control, y Daphne sabe que probablemente un día sumida en deseo yo, la traicione.

Lo peor es que yo no le puedo asegurar lo contrario. Mientras no esté cerca de otra chica que no sea la mía, todo estará bien, aunque es algo imposible estando en un lugar como éste, llenó de sensuales y ardientes jovencitas.

Y amo aún más a Daphne porqué, con todos los defectos míos que la podrían herir, ella me acepto, y está conmigo. La amo inmensamente porqué teniendo a todos los chicos del castillo a sus pies, me eligió a mi.

—¿Quieren venir con nosotros al lago negro?—Blaise entró sin avisar. Miré, adore, unos segundos más a Daphne y luego me volví a él para asentir en repuesta—. Genial, las esperamos en el muro.

Cerró la puerta y desapareció. No me tarde mucho en coger la mano de mí platinada y abandonar la habitación.

Quizá así lograba distraerla de su ligera molestia.


                                     ...




—Ven, Bryan—me llamó Draco—. Aquí puedes observar mucho mejor la vista—fruncí un poco el espacio entre mis cejas.

—Me doy cuenta que están mirando a Daphne y les destrozo el rostro.—amenacé, él negó enseguida.

—Pierde cuidado—siguió mirando tras la roca—. Ésa ya es tuya, los amigos nos respetamos, ¿recuerdas?—asentí no muy convencida.

Desde la última vez, con mi relación de Marlene y yo, ya no confíe mucho en Malfoy.

—¿Cómo vas con Hannah?—pregunté, después de unos minutos.

—Bien, ella... es muy linda, es graciosa y sabe lo que quiere—noté el brillo en sus ojos ojos cuando habló de la Hufflepuff.

—Nunca creí que salieras con una mestiza, ya sabes...

—Ya cambie, Bryan. Pronto saldremos de Hogwarts y no andaré por allí como un inmaduro inadaptado.

Sonreí, él si que había cambiado al contrario de mí, yo seguía siendo la misma idiota de siempre.

—Daphne.. es extremadamente sexy—murmuré mientras la veía nadar, ese bikini azul resaltaba su caucásica piel y su cuerpo lleno de curvas hacia que no pudiera apartar la vista de ella. Era todo una mujer, era mi chica.

Te Doy Mí Apellido-Daphne Greengrass, y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora