Daphne Greengrass y Luna Lovegood

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-Inicios de Séptimo grado-

Bryan Riddle


La analicé con los ojos, barriendo su cuerpo de arriba abajo, una pequeña pijama no cubría mucho sus formadas curvas, la nueva figura madura que tenía de ella me había dejado con la boca abierta. Sus piernas largas se dejaban ver acuerdo al pequeño short, mi mirada se detuvo más de la cuenta en sus pechos, su cabello blanquecino caía libremente sobre sus hombros, se movió incómoda en su lugar, una diminuta mueca en sus labios.

Sólo ella y yo, al fondo del pasillo, no había mucha iluminación, pero yo la podía detallar a mi descabellado gusto.

Ella había salido en altas horas de la noche al comedor para hacer alguna travesura, y por suerte, yo la había atrapado. Mi mente pensaba alguna forma de chantajearla, pasé mi lengua por mi labio superior sin dejar de verla.

Luna lovegood hizo mis deseos oscuros arder.

—Veo qué estas en serios problemas.—una cínica sonrisa danzó en mis labios, sus grises ojos pidieron piedad en los míos.

—Bryan, por favor, podemos hablarlo...—su dulce y embriagante voz femenina causó un sacudon en mi cabeza.

—¿Hablarlo?—mi sonrisa se agrando, entretenida—. Si le cuanto a tú prefecto probablemente...—ella me interrumpió, su expresión asustada.

—No,—ella dio un paso adelante—. Mí padre no perdonaría mi irresponsabilidad.

—Si, bueno, sabes cómo soy...—apretó sus dientes contra los otros, tragó grueso y me miró asintiendo lentamente—. ¿Ah? Dilo, sexy.

—Haré lo que tú quieras, Bryan.—me aseguró suavemente, sonreí de lado, un brillo excitante en mis ojos.

—Qué fácil fuiste.

Me acerqué a ella y la agarré de su brazo, bruscamente la llevé conmigo, ella no me detuvo en lo absoluto, sabía que no le convenía llevarme la contraria. Apenas mis ojos ubicaron un armario, abrí la puerta y la empuje dentro.

—Bryan...—susurró con un hilo de miedo al verme cerrar la puerta con seguro detrás de mí.

—No harás nada, serás mi sumisa—demande, dos pasos largos y ya estuve frente a ella, la hice retroceder hasta qué chocó en la pared. La acorralé con una mano puesta en su cintura y otra en su rostro, la punta de mis dedos acariciando la piel pálida de su cara, pasé un mechón de su cabello detrás de su oreja y le sonreí, mis ojos en los grises suyos—. Eres hermosa.

—Tú eres una jodida loca.

Eso me hizo soltar una carcajada falsa.

—¿Agresiva? Me gusta. Pero quiero que seas mi sumisa, ¿sabes el significado de ello?—ella sólo me miró, quieta, nada contenta y esperando mis siguientes palabras—. Vólteate.

Ella no lo hizo, odiaba que me tomará más tiempo quebrantar la voluntad de ésta chica, mi expresión fue molesta y mis labios besaron los suyos con rudeza, queriendo doblegarla la sometí a mi boca, sus manos intentaron alejarme por el abdomen, yo agarré con firmeza las misma y las coloqué a cada lado de su cabeza, disfrute la suavidad y lo carnosos que eras sus labios de un color carmesí apetecible. Luego de qué la haya obligado a corresponder mis besos, mi respiración estuviera irregular igual que la suya, acerqué mi boca a su oído, mi voz suave y persuasiva.

Te Doy Mí Apellido-Daphne Greengrass, y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora