XXXIII

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Observó el florecer de la mañana, gozando del momento previo a sus actividades habituales

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Observó el florecer de la mañana, gozando del momento previo a sus actividades habituales. Reconocía que las nuevas vistas eran... Normales, frente a esas únicas y dignas del pasado. Por supuesto, el hecho de no estar en una propiedad digna explicaba los hechos.

Vivía con la cabeza gacha, oculto del ojo público y observador, pocas veces salía a disfrutar, demasiado ocupado tratando de recuperar aquella posición que tanto esfuerzo le costó obtener.

El pequeño departamento donde se escondía era simple, tanto como alguien de su calibre podía manejar. Solo una mesa de roble marcaba la zona que denominaba "Oficina" con sillas reclinables para él y quienes fueran a cumplir roles en su nombre.

Eso último era... La situación actual.

Un desconocido pero importante invitado aguardaba llegar, definitorio para muchas acciones que podría tomar en el futuro cercano. Si todo salía bien jugaría de forma clave sus cartas, utilizando las jugadas de guerrilla más factibles del libro.

-(Debo retomar el mundo que pensé dejar atrás por ti... Vanessa... Ya que sin ello... No me quedaría nada)-Le dolió reconocer los hechos, saber cual era la realidad bajo el camino elegido. Sin embargo jamás lo expondría al mundo, era un hombre de prestigio, no marcharía esa imagen fuerte y peligrosa que todos tenían de él.-(Y si lo pierdo todo... Temo acabar como mi padre).

Un sujeto roto y violento, capaz de lastimar a su propia sangre y carne. Poco honor incluso entre las basuras del bajo mundo. Aveces pensaba que... Habiendo asesinado y torturado a tanta gente... Aún seguía siendo mejor que él.

Mejor que... La basura del hombre denominado como "padre".

-Sr. Su invitado ya está aquí.-Una mujer de mediana edad informó, rompiendo el silencio sepulcral del cuarto. Iba vestida como todos en el edificio, de manera formal y correcta. Digna para el jefe a quien servía.

-Hazlo pasar, Maddie.-No devolvió la mirada, imponiendo el muro inquebrantable que debía ser.

-Como ordene.-Sumisa acató, bajando la mirada para retirarse en consecuencia. Ella trabajaba de gran manera a pesar de ser una indigente cuando la encontró.

Gran parte del personal que cumple órdenes vivía en las calles, como criminales fracasados y poco reconocidos. Él les dio una oportunidad inmensa, ellos pagaron con lealtad y obediencia.

La puerta fue abierta segundos más tarde, lenta y silenciosa, fiel reflejo del hombre cuya profesionalidad lo hacía de valer. Habiendo ganado una racha imbatible y envidiable.

Al menos hasta... Spider-Man.

-Wilson...-El murmullo resonó gracias al silencio, rellenando cada esquina del cuarto a pesar de cuan poco valía.

La mitad que sobreviveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora