Salí del edificio del club caminando rápido, pero una vez en el parque reduje el ritmo para alargar todo lo posible la llegada a casa. Estaba convencido de que la criatura espectral volvería a acercarse para hablar conmigo. No puedo explicar cómo, pero sabía que no había sido un sueño, por más irreal que pudiera parecer.
Y efectivamente, allí estaba, parado debajo de un árbol. Esperándome como si tuviera todo el tiempo del mundo, mirándome con serenidad. Cada vez me parecía menos espectral, más real, más cálido, más vivo.
—Ahí estás —me saludó como si fuera un amigo de toda la vida. Las preguntas desbordaron de mi boca:
—¿Quién eres? ¿Qué has venido a hacer aquí? ¿Tienes un mensaje para mí? —le pregunté casi sin pausa para respirar, con la esperanza de que su presencia fuera un mensaje de Paco.
Pero no hubo respuesta a esas preguntas, aunque supe que su presencia era, de alguna manera, un mensaje de Paco. Durante todo el tiempo que estuvo conmigo, no respondió las preguntas que le hice. Las respuestas llegaban, pero no cuando yo las hacía. Era un poco extraño, pero creo que disfrutaba contrariándome con su silencio y evasivas.
En algún momento se definió como un espíritu travieso, y realmente lo era. Pero también se convirtió en mi amigo más querido.
Podía leer mi mente con facilidad, de modo que no había nada que yo pudiera ocultarme. Cuando me preguntaba cosas lo hacía para que yo elaborara las respuestas. Me hacía pensar y repensar cosas que nunca habría considerado y llegar a conclusiones que me asombraban por mi sagacidad.
Era un gran maestro. Nada era simple con él. Detrás de cada cosa que decía había enseñanzas, sabiduría. No puedo decir que me convertí en un Buda por su influencia, pero ciertamente mi espíritu se apaciguó bastante gracias a las perlas de conocimiento que compartió conmigo. Desde luego, yo no era más que un chaval efervescente de hormonas, no era material de calidad para que pudiera moldear un ejemplo de conducta, pero tampoco era un yonki perdido.
Aquel primer día que se apareció ante mí, sin embargo, abordamos temas sencillos.
—¿Crees que traigo un mensaje para ti? ¿De tu hermano?
—Sí. Bueno, no lo sé. Pero podría ser. ¿Eres un fantasma, verdad? ¿Estabas vivo y te has onvertido en un espíritu?
—Estuve vivo, sí, hace mucho tiempo.
—¿Cómo te llamas?
—No tengo un nombre.
—¿Cómo que no tienes un nombre?
—Tuve muchos nombres.
—¿Quieres decir antes, cuando estabas vivo?
—Estoy vivo ahora. Soy. Existo.
—Sí, sí. De acuerdo. Lo siento, no quise ofenderte.
—¿Crees que podrías ofenderme por decir algo así?
—No lo sé. ¿Podría yo ofenderte?
—No me ofendo.
—¿No te ofendes porque algo así no te ofendería o porque has perdido la capacidad de ofenderte?
—Conceptos como la humillación o el desprecio pierden importancia cuando comprendes las verdades más profundas.
No estaba listo para tanta filosofía. Puse los ojos en blanco.
—Puedes llamarme Lope —dijo entonces.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Lope es un nombre tan bueno como cualquiera.
—¿Por qué lo has elegido? ¿Alguna vez te llamaste así?
—Nunca he vivido en España.
—¿A qué viene eso?
—Lope es un nombre español.
—Ya.Me quedé recapitulando las cosas que me había dicho.
—Antes has dicho que tuviste muchos nombres. ¿Tuviste muchos nombres porque viviste muchas veces?
—No diría que fueron muchas, las necesarias.
—¿Y qué haces aquí todavía? ¿Estás tratando de vengarte de alguien?
Negó con la cabeza pero sonreía con los ojos, como si todo aquello le resultara muy gracioso.
—Hey, no te burles. Me imagino que estoy diciendo tonterías, ¿verdad?
—No me burlo, creeme.
—¿Tienes un mensaje de Paco para mí? ¿Por qué no ha venido él a verme?
—Sí y no. No he conocido a tu hermano.
—Pero sí sabes que él...—no pude terminar la frase.
—Lo sé.Apenas quedaba una tenue luz del atardecer suspendida en el aire. Había tratado desesperadamente de no epnsar en Paco y ahora que se me hacía imposible el maldito ardor de estómago em consumía. Me senté en el suelo, recostado sobre el tronco del árbol. El fantasma seguía ahí. Era como si se hubiera sentado a mi lado, pero no se había sentado. Sólo "era" ahí.
—Hablame de tu hermano.
—¿Acaso no puedes leerme la mente?
—Sí, pero para leerte la mente necesito que pienses, ahora no estás pensando en nada concreto.
—Mientes, estoy pensando en Paco.
—Sí, pero te estás dejando llevar por el enojo. El enojo bloquea todo lo demás.
—¡Estoy enojado! ¡Claro que estoy enojado! ¡Estoy furioso!
—Tu enojo no te ayuda a tí, ni a tu hermana, ni a tus padres. Tampoco ayuda a Paco, ni lo traerá de vuelta.
Empecé a llorar.Sentado en el parque del club, bajo un arbol, junto al sendero donde en cualquier momento podía pasar cualquiera que leugo se reiría de mí en el insti.
Un maldito fantasma me habla y rompo a llorar. El enojo para con mi hermano, con mis padres, con el mundo y conmigo mismo me atenazaba la garganta y una vez que se filtró la primera lágrima el resto empezaron a rodan cuesta abajo desencadenando un océano embravecido de sollozos y temblores.
A pesar de ser Lope el desencadenante de la escena, su silenciosa presencia me reconfortaba. Con él no tenía que fingir que era valiente, que podía con el duelo.Luego de un rato, me puse de pie y caminé en dirección a casa. Lope me acompañó todo el camino. Cuando llegué al umbral y saqué del bolsillo la llave, se desvaneció.
No me preocupé. Sabía que volvería.
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El filtro azul [#ONC2023]
ParanormalVive la aventura más fantástica de todas: una amistad sobrenatural. / 9 Capítulos / En progreso. .:. La inquietud por escribir esta novela corta surgió a raíz del ONC ("Open Novella Contest") que te invita a escribir una novela corta inspirándote e...