Ana acababa de terminar otro intenso entrenamiento. Con 20 años, no había nada más importante para ella que el fútbol. Su cabello largo y liso estaba recogido en su clásica coleta alta, perfecta para no molestarle en el campo. Sus piernas fuertes y abdominales marcados eran el resultado de años de esfuerzo, y aunque no era alta , apenas 1,67, su agilidad y rapidez la hacían destacar en el equipo. Sonrió mientras caminaba hacia el vestuario, sintiendo esa mezcla de cansancio y satisfacción que solo el deporte le daba.
No solo era buena en el campo, sino también en los estudios. Había terminado un módulo en animación deportiva en junio, obteniendo una nota de corte lo suficientemente alta como para acceder a casi cualquier carrera. Pero para ella, solo había una opción: estudiar algo relacionado con el deporte. Su sueño era ir al extranjero con una beca y continuar su formación en alguna prestigiosa universidad de Inglaterra o Estados Unidos. Sabía que la beca estatal que había conseguido no cubriría todo en Madrid, mucho menos en el extranjero, pero no estaba dispuesta a rendirse.
Jugaba en el San Rafael. Un pequeño club de Getafe, que aunque oficialmente no era un filial del Atlético de Madrid femenino, recibía todos los años una pequeña cantidad de dinero del club colchonero que al menos permitía que las jugadoras no tuvieran que hacer frente a los gastos de ropa y desplazamientos. Jugaban en primera regional y habían estado luchando por el ascenso hasta casi el último partido de la temporada. Fue misión imposible . Sus compañeras y ella misma no podían dedicarle al deporte todo el tiempo necesario para jugar en la élite. Aún así se las apañaban bastante bien.
El fútbol lo era todo, y ella estaba dispuesta a hacer cualquier sacrificio por alcanzar sus metas.
Salió del vestuario con el pelo aún húmedo por la ducha rápida que se había dado después del entrenamiento. Era viernes por la tarde de junio, uno de los últimos entrenamientos de la temporada, y aunque el equipo estaba exhausto, ella sentía esa agradable mezcla de cansancio y satisfacción
Cuando llegó a casa, dejó caer su mochila en el suelo y se desplomó en el sofá, estirando las piernas mientras revisaba su móvil. Nada interesante en Instagram, pero una nueva notificación de correo llamó su atención. Era de su entrenador.
—Chicas, ¡estamos dentro! Enhorabuena.
Ana parpadeó, confundida. ¿Dentro de qué? Abrió el correo y, junto al mensaje, había un enlace. Su pulso se aceleró mientras lo tocaba y la página del Invitational Boss se cargaba lentamente.
—No puede ser —murmuró mientras su mirada recorría los detalles del torneo. Se trataba de un evento organizado por la marca de bebida energética más famosa del mundo, una cita que reunía a los mejores equipos juveniles del país, tanto masculinos como femeninos. ¡Y el San Rafael había sido invitado!
Apenas podía creerlo. Después de una rápida búsqueda por internet, se dio cuenta de algo aún más increíble: su equipo era el único que no pertenecía a un gran club de la Liga Española. Real Madrid, Español, Barcelona... todos esos equipos tenían plaza asegurada, pero ni siquiera el propio Atlético de Madrid había sido invitado.
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La jugadora Número 10 (en edición)
RomanceAna tiene un plan brillante: su equipo de fútbol necesita una estrella, pero su hermano Iván, el mejor jugador que conoce, está lesionado. ¿La solución? ¡Convertir a Iván en Kelly, una rubia dulce, delicada... y lista para arrasar en el campo! Sin e...