Capítulo 4, Soy una chica ahora

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Capítulo 4: Soy una chica ahora

Ana se despertó con el suave sonido del agua corriendo en la ducha. Miró hacia la cama de Kelly y recordó los angustiosos acontecimientos de la noche anterior, pero se dio cuenta de que ya estaba vacía. Desde el baño, una alegre voz se colaba entre el ruido del agua. Intrigada, Ana se levantó y caminó hacia el baño, encontrándose con algo que no esperaba: Kelly estaba cantando y bailando bajo el agua con una energía desbordante.

—¡Buenos días, sis! —exclamó Kelly, radiante, cuando se percató de la presencia de su hermana. Su voz estaba cargada de una alegría contagiosa, como si la pesadilla de la noche pasada hubiera quedado en un lejano recuerdo—. ¿Cómo has dormido?

Ana no pudo evitar sonreír al ver la figura de la rubia a través de la mampara de la ducha. La energía y entusiasmo que desprendía la pequeña silueta de su hermana era contagiosa. Parecía una persona completamente nueva, como si la Kelly asustada y vulnerable de la noche anterior hubiera desaparecido, reemplazada por una joven llena de vida.

—Muy bien, gracias —respondió Ana, observando cómo su hermana continuaba cantando y bailando—. ¿Y tú?

—¡Genial! Me siento fresca y ready para el día —respondió Kelly, riendo mientras seguía con su espectáculo improvisado.

Ana se apoyó en el marco de la puerta, observando a Kelly.. La voz suave de resonaba con confianza, sus movimientos de cadera al ritmo de la música parecían naturales. El vapor del agua hacía que su figura se viera aún más etérea, y Ana no pudo evitar pensar en lo rápido que su hermana se estaba adaptando a su nuevo cuerpo.

—Oh baby, when you talk like that,
You make a woman go mad,
So be wise and keep on
Reading the signs of my body...

Kelly cantaba con entusiasmo el estribillo de "Hips Don't Lie" de Shakira, y Ana no pudo evitar reírse suavemente al escucharla. Desde luego, mi hermanita rubia tiene un don para la dramatización.

De pronto la mampara se abrió, su piel brillaba por el vapor del agua, y su cabello rubio caía suelto y mojado sobre sus hombros.

La rubia de pronto estaba de pie, con la toalla aún en la mano. Sin ningún pudor

—¡Oh, nena! ¿Puedes taparte un poco? —dijo Ana, riendo pero con un toque de incomodidad fingida.

Kelly, sin inmutarse, dejó escapar una risita mientras envolvía la toalla alrededor de su cuerpo de forma rápida.

—¡Venga ya! —dijo, con una sonrisa traviesa—. No tengo nada que no hayas visto antes —añadió, levantando una ceja con picardía.

Ana sacudió la cabeza, a medio camino entre la diversión y la incredulidad.

—No sé en qué momento te volviste tan... desinhibida —le dijo, con una risa suave.

Kelly, ya secándose el cabello, se miró en el espejo, observando su reflejo con un gesto pensativo. At what point did I become like this? Era raro, pero no se sentía mal, solo diferente. Se encogió de hombros, como si aceptara la extrañeza de todo.

—Supongo que me siento bien, Ana. ¿Sabes? —respondió Kelly, con una sonrisa suave y ligera—. I mean, no me sentía así antes... pero ahora, no sé, es como si todo esto encajara... como si por fin me sintiera bien en mi piel y en mi cabeza —añadió, y sus ojos brillaban con sorpresa mientras lo decía, como si también a ella la idea la tomara por sorpresa.

Ana la observaba, notando cómo su hermana se movía con una seguridad nueva, con una gracia natural que no había estado ahí antes. Es increíble lo mucho que ha cambiado en tan poco tiempo, pensó Ana, aunque, por más raro que fuera, no podía evitar sonreír al ver a Kelly tan cómoda consigo misma.

La jugadora Número  10 (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora