Ana estaba en la cama, estirándose perezosamente mientras la luz dorada del sol de la mañana llenaba la habitación. El ambiente era tranquilo, y una suave brisa se colaba por la ventana, haciendo que el cuarto brillara con una calidez acogedora. La noche había sido memorable. Alex, que estaba en la ducha, había demostrado ser un chico atento y cariñoso, y Ana se sentía contenta, con una chispa de confianza que hacía tiempo no experimentaba. Quizás esto tenga potencial de noviazgo, pensó divertida, aunque sin querer adelantarse demasiado.
Giró la cabeza y miró hacia la cama de Kelly, que estaba vacía a su lado. Seguro que Marta y Lucía la mantuvieron despierta hasta tarde, pensó con una sonrisa, imaginando a su hermana riendo y disfrutando con sus nuevas amigas. Sin prisa, estiró el brazo y tomó su móvil de la mesita de noche, buscando quizás alguna foto o mensaje divertido de Kelly. Espero que haya disfrutado tanto como yo, pensó, sintiendo una ternura inesperada al pensar en lo mucho que su hermana había cambiado y en lo bien que se veía en su nueva vida.
Todavía acostada, desbloqueó el móvil y comenzó a revisar las notificaciones, disfrutando de la paz y del suave murmullo del agua de la ducha. Con una sonrisa divertida, buscó el contacto de Lucía y presionó para llamar. En unos segundos, la voz de Lucía contestó al otro lado, sonando aún un poco somnolienta.
—¡Buenos días, guapa! —saludó Ana, intentando contener la risa.
—¡Ana, buenos días! —respondió Lucía, riendo—. Venga, venga, cuéntame, ¿qué tal la noche? ¿Alex es tan bueno como parece?
Ana soltó una carcajada, sin poder evitarlo, pero manteniendo el misterio. Tentada a bromear, sabía que había partes de la noche que quería guardar solo para ella.
—Bueno, bueno, eso queda entre nosotros —respondió, con un tono ligero pero firme—. Ya sabes, la intimidad no se cuenta, Luci.
Lucía hizo un ruido divertido al otro lado, fingiendo molestia.
—Ah, ¡qué aburrida eres! —bromeó—. Pero vale, me imagino que fue memorable si no quieres decir ni una palabra.
—No pienso contar nada —respondió Ana, divertida.
—No hace falta, capitana, se te nota en la voz... has disfrutado como una niña pequeña. El chico es guapo, y me juego lo que quieras a que ha sido más que aceptable.
Ana se ruborizó, aunque Lucía no podía verla.
—¡Lucía!
—Vale, vale, me callo... —respondió Lucía, riendo.
La morena negó con la cabeza, mordiéndose el labio para no soltar una carcajada.
—Mira que eres cotilla, Lucía...
Ana escuchó la risa de Lucía al otro lado de la línea, y mientras esperaba que le contara sobre Kelly, decidió bromear un poco.
—¿Y qué tal "Spice"? ¿La dejasteis dormir algo? —preguntó Ana, sonriendo, imaginando a su hermana disfrutando de una noche tranquila con las chicas.
Hubo una pausa, y el silencio al otro lado de la línea se alargó más de lo que Ana esperaba. Finalmente, Lucía contestó, y Ana notó la confusión en su voz.
—¿Spice? ¿De qué hablas? Kelly no ha dormido aquí.
La sonrisa de Ana desapareció de inmediato, y su estómago se tensó. ¿Qué estaba diciendo Lucía?
—¿Cómo que no ha dormido ahí? —preguntó, esforzándose por sonar tranquila, aunque una chispa de preocupación comenzaba a arder en su pecho—. Se suponía que iba a quedarse con vosotras, ¿no? ¿No está en vuestra habitación? Pensé que lo habíais organizado anoche en la playa.
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La jugadora Número 10 (en edición)
RomanceAna tiene un plan brillante: su equipo de fútbol necesita una estrella, pero su hermano Iván, el mejor jugador que conoce, está lesionado. ¿La solución? ¡Convertir a Iván en Kelly, una rubia dulce, delicada... y lista para arrasar en el campo! Sin e...