10: 춤

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—¿Quería verme?

La voz suave, gentil, y perfectamente entonada de Baekhyun, irrumpió el silencio de Park Chanyeol.

Hace no menos de unas horas atrás había recibido un mensaje por parte del alto en dónde lo citaba verse en dicha dirección. Esta vez, el encuentro no fue en uno de sus típicos lugares públicos. Habían elegido un bar más íntimo, alejado de las miradas curiosas. 

El lugar exudaba una atmósfera seductora, con luces tenues en tonos violeta y azul que envolvían el espacio en un misterioso resplandor. Los muebles de terciopelo negro absorbían la luz, dándole al ambiente un aire casi misterioso, mientras largas cortinas de seda ondeaban suavemente junto a las ventanas, ocultando el exterior. El suave jazz que llenaba el aire era apenas un susurro, como si el espacio mismo estuviera conspirando para que nada más existiera entre ellos dos.

Chanyeol ya lo estaba esperando, sentado con su habitual elegancia en uno de los sofás oscuros. Una pierna cruzada sobre la otra, mientras que en su mano derecha un vaso de licor brillaba con las luces del bar. Su cabello negro parecía hecho para ese entorno, capturando y refractando la luz de una manera que lo hacía ver aún más atractivo de lo habitual. Siempre usaba trajes caros que se amoldaban a su cuerpo con una perfección casi irritante, proyectando una imagen de poder y control que contrastaba con la suavidad de su mirada perdida en el líquido ámbar.

En esta ocasión, estaban solos. No había necesidad de fingir. Baekhyun se acercó con calma, sin esa tensión que solían cargar cuando estaban rodeados de otros. Su sonrisa era ligera, apenas un gesto que sólo Chanyeol notaría. Park alzó la mirada, y por un instante, el tiempo pareció detenerse. Sus ojos se encontraron, y aunque el saludo fue sencillo, algo más profundo cruzó entre ellos, algo que ninguno se atrevía a nombrar.

Chanyeol respondió con una sonrisa igualmente leve, pero cargada de una familiaridad que no podían ignorar. Aquí, sin nadie más alrededor, todo se sentía diferente. La distancia que solían mantener parecía difuminarse en el calor del lugar, como si las luces mismas los empujaran a estar más cerca.

—Baek, estás aquí.

Chanyeol lo observó con una expresión tranquila, pero sus ojos siempre decían más de lo que su rostro permitía mostrar. Con un leve movimiento de la mano, lo invitó a sentarse en uno de los sofás cercanos. Baekhyun, sin dudarlo, eligió el asiento a su izquierda, justo lo suficientemente cerca como para sentir su presencia, pero con la distancia considerable que ambos solían mantener.

El silencio entre ellos fue breve. En menos de cinco minutos, uno de los meseros, impecablemente vestido, se acercó discretamente a la mesa. La presencia del servicio era casi imperceptible, como si fueran sombras bien entrenadas para no interferir en la intimidad de quienes ocupaban esos espacios exclusivos. Park no tuvo que decir una palabra; el mesero, que parecía estar siempre al pendiente de sus deseos, ofreció una bebida con la misma sutileza con la que se movía.

Baekhyun, que en otra ocasión habría rechazado la oferta, decidió permitirse un pequeño lujo. No estaba trabajando. No tenía que actuar esta noche, era una de las libertades que podía permitirse algunas veces. Con una sonrisa ligera y un toque de descaro en sus ojos, aceptó el cóctel. El frío del cristal en sus dedos fue un recordatorio de lo raro que era para él dejarse llevar en esos ambientes.

—Vine tan pronto como me lo pidió.—dijo finalmente, rompiendo el silencio con una voz suave pero firme. Sus palabras flotaron entre ellos, llenando el espacio vacío que la música suave dejaba.

Aunque Baekhyun comenzaba a entender cómo funcionaban los meseros en estos exclusivos lugares, donde los ricos se refugiaban de la mirada pública, no podía dejar de notar lo extraña que era la dinámica. Eran como fantasmas, invisibles en presencia y ausentes de oído, moviéndose sin dejar huella. Se convertían, en efecto, en nada más que decorado; sin ojos, sin oídos. Apenas una sombra que servía y desaparecía.

Amante ⊹ 찬백Donde viven las historias. Descúbrelo ahora