Donde después de la tormenta llega el arcoiris a darle color a su vida.
En esta historia el famoso Steve The King Harrington tratara de superar al que fue el "amor de su vida" (Nancy Wheeler) y en el proceso encontrará a otra persona la cual ocupará...
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Steve se encontraba de camino a su casa. De fondo se escuchaba el sonido de los carros pasar a su lado mientras en la radio se reproducía una melodía la cual no conocía.
El castaño se encontraba sumergido en sus pensamientos.
"Recién llegue llamaré a Robin y trataré de arreglar las cosa. ¿Cómo fui capaz de lastimarla así? Soy su mejor amigo, la tengo que apoyar, no hacerla sentir mal por ser quien es."
Así estuvo todo el camino a su casa. Al llegar se bajo del carro y entró a su hogar. Completamente a oscuras subió las escaleras hasta llegar a su habitación, prendió una lámpara y marcó el número de Robin en el teléfono fijo que se encontraba en su mesa de noche. Nadie atendió, dejando paso al buzón de mensajes.
Steve colgó y se sentó en la cama. "Debería llamar a Eddie, pero antes tengo que cambiarme" pensó. El castaño se levantó y sacó un papel arrugado de su bolsillo, en este se encontraba el número del de rulos.
Dejó el papel en su mesa de noche y se quitó la ropa quedando solamente en ropa interior; se volvió a sentar y agarro delicadamente aquella hoja que había deja anteriormente. Marco los números escritos en esta y espero.
Un tono, dos, tres... Steve estuvo apunto de colgar pero alguien al otro lado atendió.
—Se equivocó de número, este es el de la residencia Munson. Tenga una linda noche— habló alguien al otro lado.
—Eddie— dijo en voz baja el castaño.
—¿Steve?— preguntó confundido el de rulos.
—Si, soy yo. Te dije que trataría de llamarte esta noche, ¿no te acuerdas?— bromeó.
Al otro lado se escuchó una risa algo exagerada, haciendo que se los erizaran los cabellos a Steve.
—No pensé que ibas a llamar de verdad— dijo volviendo a reír.
—Tienes una linda risa..— susurró el castaño.
—¿Cómo?— preguntó confundido el de rulos al otro lado de la línea.
El castaño se dio cuenta de lo que dijo. ¿Acaso había pensado en voz alta?
—Dije que tienes una linda risa— Ya no había vuelta atrás.
Un silencio inundó la línea. Eddie no sabía que responder, de todas las cosas que imagino que podrían pasar en la llama no se esperaba esto.
—Perdón si te incomode.— añadió tratando de arreglar las cosas.
—Está bien, no te preocupes. Solo no me esperaba eso.— rio nervioso.
—¿Qué era lo que esperabas entonces?— preguntó.
—Si te digo, lo más probable es que ya no me quieras ver en tu vida— dijo calmado.
—¿Es algo malo?— preguntó con una voz suave el castaño.
