《La muerte no es más que la siguiente gran aventura》
-Albus Dumbledore
Auriga Malia Malfoy Black estaba lista para morir... ella recibió a la muerte como una vieja amiga.
Pero todo se complicó, cuando en lugar de morir en el bosque prohibido, como...
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•Serpientes y Horrocrux•
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Era su segundo día en Hogwarts. Dumbledore le había mandado una nota luego de la cena, diciéndole que podían reunirse ese mismo día luego de terminar sus clases.
Malia bajo a desayunar,era muy temprano por lo que ninguna de sus compañeras estaban despiertas aún.
Durante todos sus años en Hogwarts había tenido la misma rutina, se levantaba super temprano en la mañana y desayunaba sola. La realidad era que amaba y necesitaba estar sola aunque sea por un momento y ese era el mejor.
Sin embargo al llegar al gran comedor, se dio cuenta que no era la única. Se le heló la sangre al ver unos profundos ojos negros puestos sobre ella.
Su padrino Severus Snape estaba frente a ella y la miraba con curiosidad.
Al cabo de unos segundos Malia se percato de su cara de susto y la cambio por una arrogante. Saludo a Severus con la mano y siguió comiendo su desayuno
El chico se sorprendió de que la rubia la saludara. Sin embargo no pudo dejar de verla, algo en ella le resultó vagamente familiar.
Malia intento mantener la calma y comer su desayuno, pero su respiración se agitaba a cada segundo que pasaba en ese lugar. Sintió una presión horrible en el pecho, y se llevó la mano a él, apretando su pecho con fuerza, como si eso fuera a hacer algo.
No sentía sus piernas ni sus brazos, y no podía levantar la mirada, ya que sentía los ojos negros de su padrino encima de ella. Todo en el gran comedor parecía dar vueltas, la gente parecía hablar más alto de lo normal.
Malia solo quería gritar y salir corriendo de allí, pero no podía, su cuerpo no reaccionaba.
Creyó que se desmayaria por la falta de aire. Pero para su suerte, una mano se poso sobre su hombre. El simple tacto de esa mano sobre ella la hizo reaccionar. Temblando y totalmente palida se dio la vuelta. Remus Lupin estaba de pie detrás suyo, con una sonrisa tímida y sus ojos miel más brillantes que nunca.
