《La muerte no es más que la siguiente gran aventura》
-Albus Dumbledore
Auriga Malia Malfoy Black estaba lista para morir... ella recibió a la muerte como una vieja amiga.
Pero todo se complicó, cuando en lugar de morir en el bosque prohibido, como...
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•Erase una vez un corazón roto•
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Malia salió de la oficina de Dumbledore con una sensación de vacío en el pecho.
Luego de lo que hablo con el director, muchas cosas parecían tener sentido. Aunque eso en lugar de darle más tranquilidad, la dejo mucho más nerviosa y preocupada que nunca.
Por primera vez parecía arrepentirse de aceptar la oferta del anciano.
En cada paso que Malia daba hacia su habitación, solo se repetia que nunca debió haber intervenido. Ahora no había vuelta atrás, ya no podía arrepentirse.
¿Y si causaba la muerte de alguien? ¿ Y si evitaba el nacimiento de alguien? ¿Y si evitaba su propio nacimiento? ¿El de Harry?
Todos esos pensamiento no salían de su cabeza. Mientras caminaban sus piernas temblaban, como si se dirigiera a su propia muerte...pero esta vez no tenía a Harry tomando su mano.
Su mente daba tantas vueltas, que casi ni sintió el empujón que la dejó en el suelo.
-¡Malia, lo siento!- exclamó una voz
Al ver hacia arriba, vio un rostro tan familiar y al mismo tiempo tan distinto. Pero en ese momento su mente no parecía reaccionar.
Se puso de pié rápidamente y abrazo con todas sus fuerzas al chico que tenía en frente
-Harry- sollozaba en el hombro del chico- Harry, te necesitó... no me dejes- lágrimas caían por sus mejillas, mojando el hombro del chico
James no sabía que hacer, ni mucho menos sus amigos, que veían la escena sin comprender.
-¿Linda, que te sucede?- pregunto Sirius, tocando el hombro de la chica, logrando que esta de diera vuelta-¿Alguie te hizo algo? Solo dinos y lo matamos- bromeo tratando de tranquilizar a la rubia
Malia al ver a Sirius pareció salir de la especie de transe en la que estaba. Miró a su alrededor, notando las miradas de los demás merodeadores. Vio el rostro de James, y la pena que desprendía su mirada.
