۫ ּ ֗ ִ ۪ 005 ˑ ִ ֗ ִ ۫

3K 234 44
                                    

˖ ࣪ . LOS SULLY ࿐  ˚ .

“El final de una relación puede parecer como la noche más oscura, pero no es más que la temporada de invierno

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

“El final de una relación puede parecer como la noche más oscura, pero no es más que la temporada de invierno. El tiempo de renovación y renacimiento que precede a la nueva plantación. El comienzo del gran ciclo siguiente.”

Awa'atlu. El renacer del arrecife donde el mar no posee fin, donde el mar da y el mar quita. La fluidez del sentimiento materno de la gran madre ante sus hijos.
Con la calidez del océano abrumador como una gran manta que cubre sus cuerpos con espesor al sumergirse al interior del mismo. Desde ante ya no era lo mismo, el ambiente se mantenia de un maduro sentimiento sereno que coronaba a todos con tranquilidad y a otros con tormentos en sus cabezas.

El color de todo volvió a brillar excepto el de dos perlas, la fauna saltaba alegre y el regalo de Eywa era más grande por tales bendiciones que en su momento dieron frutos. El renacer, como el de una planta o como la energía de un animal el cual fue entregado entre palabras de plegarias para que volviera a renacer luego de pasar por los ojos de la gran madre.
Danzó tranquilo por primera vez en mucho tiempo, el océano se siente tranquilo y satisfecho con la elegancia de su andar por él. Admirados por la serenidad y la dureza de la misma, tan elegante.

Con golpes yendo y viniendo, un entrenamiento normal de guerreros en medio de la arena; el sol en plena altura saludando. Sus ojos demostraban solamente la frustración de su cuerpo al sentir sus golpes chocar una y otra vez con velocidad contra el cuerpo ajeno. Mostraron la insensibilidad de su ser, la inexistencia de casi toda su alma.
Sus ojos permanecían afilados por la fuerza de su ceño más no planeaba cambiarlo, estaba embravecida. Sus golpes eran duros.

–Eanatan.

Las orejas le permanecieron rígidas y siguió golpeando, escuchando las quejas del ajeno que debajo suyo protestaba. Sintió como unos brazos la levantaban de golpe pero no duró mucho que sus manos tomaron con fuerza los mismos tirandolo al suelo de un solo golpe y con molestia; respirando de manera errática, estaba sumida en su mente. Sumergida en el océano de pensamientos tortuosos.

–¡Hey, hey, tranquila Enan! –exclamó el chico intentando cubrirse.

–¿Que sucede contigo?

Miró sus ojos, nuevamente estaba fuera de sí y él no hacía más que mirarla de manera graciosa ¿que era lo que le causaba gracia? Ignoró aquellos y sin delicadeza lo ayudó a levantarse del suelo. Sus manos estaban lastimadas y los pequeños raspones con sangre sobresaltaban con fuerza en su blanquecina piel, ni siquiera sentía el ardor.
Recordando el hecho de que había estado golpeando a alguien dirigió su mirar al lugar anterior para observar como el muchacho se levantaba con ayuda de sus amigos, adolorido por los golpes que había recibido. Tal vez se había pasado, pensó pero, lo negó al instante antes de mirar sus manos con ligera dureza.

𝐄𝐀𝐍𝐀𝐓𝐀𝐍 | 𝖭𝖾𝗍𝖾𝗒𝖺𝗆 𝖲𝗎𝗅𝗅𝗒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora