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˖ ࣪ . EANATAN࿐  ˚ .
۫ ּ ֗ ִ ۪ recomendación: Claude's Girl - Marika Hackmanˑ ִ ֗ ִ ۫

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La noche tiene un misterio especial. Es la fase del día cuando las cosas excepcionales ocurren. Nos enamoramos, nos besamos, nos volvemos locos… algo tiene la noche que nos hace sentir la vida con un extraño sentimiento de irrealidad. Con los escalofríos a flor de piel y con la tranquilidad del retumbar en su interior.

"¿Que te tiene tan mal?"

Y entonces, ese silbido en el viento se oyó tan irreal que al entender las letras de aquella pregunta la mente comenzó a dar vueltas. ¿Que era ese mal continuo? Cuerpo acostado sobre la textura rígida de las rocas, donde la olas del agua chocaban con sutileza y tranquilidad del ambiente, jugando a un pregunta y respuesta con la voz de su interior, de su alma.
Además de la oscuridad del eclipse, las de sus ojos volvían todo el lugar sin nada dejándola recostada en la nada de la oscuridad del cierre de sus ojos, tan sumerge.

Caricias de manos cálidas y extrañas que en ninguna vida había sentido, una calidez reconfortante que extrañamente incitaba a quedar sumerge en la tranquilidad misma. Confiando en la desconfianza del sentimiento al toque desconocido.

"¿Lo viste?"

Ahora si, la expresión en el rostro cambió y el sentimiento cosquilleando las puntas de sus dedos de pies y manos la mantuvieran contenida; ¿de quien hablaba? ¿A quien debía de ver según esa mujer? ¿De quienes eran esas manos que rozaban su rostro en suaves caricias?
La llama titilante en el fondo del ser de un cuerpo, su pecho. Subiendo y bajando con delicadeza al compás del suave sonido del océano, logra sentir aquel palpitar con más notoriedad. Tan pausado y retumbante. Y con el pecho vibrando alto y con la mente en la imaginación, dentro de un mundo donde el dolor y los problemas no existe y color del océano brilla con intensidad a los ojos de cualquiera.

"Eanatan, hija mía... abre tus ojos."

El pesar de los ojos impedía que los mismos se abrieran, con el cuerpo tan relajado y sumido en las caricias de su rostro. La calidez de aquellas manos se esparcian por todo su ser, yendo desde sus mejillas hasta las puntas de sus pies.
Con esfuerzo y pesadez, los párpados se fueron separando; cegando su vista con la blanquecina piel de esa Na'vi. Sentada a su cabeza, mirándola con lo que más o menos podía diferenciar la ternura. Sus ojos no lograban verla bien ¿quien era esa mujer? Se parecía a ella aunque de mayor edad, de ojos azules grisáceos tan profundos como los suyos ¿era una alucinación suya? No, los patrones de sus rayas no era como las de ella, claramente no era una alucinación, entonces... ¿quien era?

"¿Lo ves?"

El ceño se frunció y su incoherencia le hizo señas en la cabeza. Esa mujer sonreía, tan amable y tan genuina que le causaba escalofríos, tal como una sonrisa maternal que, hace muchísimo tiempo no veía.
Lo veía, pero tal vez no era lo que esa mujer decía; por fin podia ver el sentimiento maternal que no vio en años.
Fue la curiosidad la que hizo reaccionar su cuerpo, extrañada y consternada se levantó con rapidez sentándose en la roca. Y en un abrir y cerrar de ojos, un parpadeo, la mujer ya no estaba. En su lugar, se lleno de lo que conocía como Atokirina¹, extrañada por verlas en el arrecife y fascinada por ver muchas por primera vez.

𝐄𝐀𝐍𝐀𝐓𝐀𝐍 | 𝖭𝖾𝗍𝖾𝗒𝖺𝗆 𝖲𝗎𝗅𝗅𝗒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora