No quiero, pero debo.

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El pitido de la alarma me hizo sobresaltarme, desgraciadamente ya era Lunes y debía ir a la cárcel, digo instituto.

Me levanté, cogí el uniforme y me fui directa al baño. Al terminar de cambiarme me tuve que poner un poco de corrector para cubrir esas grandes ojeras. Ya que estaba ahí me puse un poco de gloss, no iba a durar mucho en mis labios por que me estresa un poco la textura pero bueno.

Bajé con la mochila en la espalda, estoy segura de que voy a terminar con la columna torcida si sigo metiendo tanto peso en ella. Agarré los cereales, los cuales siempre debían chocolatear la leche, sino no son cereales que valgan la pena.

Empecé a degustar el desayuno mirando a un punto fijo de la sala. Tenía pensado ir con Katia debido a que siempre lo hemos hecho así porque ella vive unas calles más adelante que yo y podíamos aprovechar para ir juntas . Pero no podía dejar de ver esa acción como un acto egoísta y es que, estar toda una semana sin hablarle y después plantarme en su casa para ir al instituto juntas sin avisar puede ser repentino digamos.

Aún así decidí que debía ir, así en el camino podría explicarle todo lo sucedido. Dejé el bol en el fregadero y me lavé los dientes, agarré los cascos para poder escuchar música y poder despejar la mente.

Tan temprano y ya miles de cosas me atormentan.

Nada más salir miré hacia el cielo, el cual se estaba pintando de colores amarillos, rosas y azules por la llegada del sol haciéndose paso para dejar la noche atrás. Como buena adolescente obsesionada, le saqué una foto, era demasiado bonito como para no tener el recuerdo.

Las calles estaban solitarias, sólo se escuchaban los pájaros que se despertaban en busca de comida o el cálido sol. Las baldosas del suelo empezaron a ser iluminadas por la leve luz y ráfagas de viento se hacían presente, dejando un sonido tranquilizador entre las ramas de los árboles.

Quería quedarme ahí por más rato, pero mis responsabilidades me lo impedían y ya llegaba tarde. Debía de dejar esto atrás y enfocarme en lo que iba a venir después, lo que es la vida real y no un cuento de hadas.

Esperé impaciente en el portal de mi mejor amiga, mientras, jugaba con el cable de los cascos. Pensando en cómo podía explicar cada detalle y decir lo mucho que lo sentía sin tener un nudo en la garganta. El ruido de la puerta abriéndose hizo que levantara mi cabeza, dejándome ver a una Katia con el rostro cansado y serio.

Cerró la puerta con delicadeza y al mirar hacia arriba conectó sus ojos con los míos. Se habían abierto notoriamente y pude alcanzar a ver una chispa de alegría, notar como sus mejillas subieron un poco más. Yo hice una mueca que se suponía que era una sonrisa, pero había salido chuchurrida.

Se acercó a mi con paso rápido y me dió un gran abrazo. Me aferré a ella agarrando su camisa con fuerza, algunas lágrimas cayeron de mis ojos. Este abrazo lo había necesitado desde hace tiempo, pero no era capaz de decirlo.

- Lo siento- susurré- debí de haberte respondido desde el minuto uno y no desaparecer de esa manera- sollocé intentando calmarme, seguro que parecía ridícula.

Ella se separó de mi, para mi sorpresa también tenía la nariz roja y finas lágrimas caían por su barbilla. Entonces me di cuenta, de que no solamente me hice daño a mi misma, también a la gente de mi alrededor. Le hice daño a mis amigas y a la más importante de todas, Katia.

- No te disculpes tonta, se por qué lo hiciste- con la partes trasera de su mano se limpió los ojos- pero no me vuelvas a preocupar de esa manera, ¿ me entiendes ?

Me dió un leve golpe en la cabeza, yo asentí mientras ponía mi brazo junto al de ella para formar un gancho. Le miré a los ojos y le sonreí, ¿ por qué no le había contado nada ? Ahora me arrepentía de todo lo hecho la anterior semana, tuve que haber pensado con conciencia y no haberme ocupado de todo sola. Ya que eso era lo que creía, que estaba sola, pero estaba equivocada.

- Tu y yo señorita, tenemos bastante de lo que hablar- noté algo de alegría en su tono, pero sabía que solo lo hacía para recuperar los ánimos. Por qué la charla que tendríamos, no iba a rozar para nada los límites de la diversión de alegría.

El camino no fue como yo pensaba, simplemente me pidió que le diese un audífono y escuchamos música juntas durante todo el viaje. Algunas veces, las acciones o gestos son más importantes que las palabras ¿ no ?

Llegamos al terrorífico edifico, fuimos a entrar pero yo paré en seco. No podía, no podía. Mis piernas temblaban y mi estómago estaba empezando a revolverse. El miedo se hacía más fuerte y peleaba contra la valentía en mi interior, viendo quien ganaba la batalla.

Miré con miedo a mi amiga, que notaba mi miedo y con preocupación vino a mi.

- No tengas miedo, sabes que yo siempre estaré a tu lado. No te dejaré sola y lo sabes- me cogía con ambas manos la cabeza para que no mirase a otro lado que a sus ojos- sé lo que ha pasado, vale. Y sé que no está siendo fácil para ti, pero debes afrontarlo y yo estaré ahí apoyándote y ayudándote.

Me soltó y agarró mi mano. No podía mentir, su discurso no me había convencido ni una cuarta parte. No sé si es que estoy siendo dura conmigo misma o realista, pero hablemos de la verdad. Eso no va a pasar, siempre estará el momento en el que nos tengamos que separar y yo estaré sola. Tendré que vivir por mi misma, saber manejarme.

Además de que no va a ser el típico rumor que se vaya a olvidar de un día a otro. No... esto iba a venir fuerte, demasiado y lo sabía, pero no lo quería aceptar. Ayer lo había pensado, pero no con tanta consciencia, esto está muy mal.

Al adentrarnos, todos los estudiantes que merodeaban por los pasillos nos miraban. Algunos se daban la vuelta para hablar con sus amigos en susurros, otros se reían y la mayoría no apartaban la mirada, se quedaban quietos como si fuesen lagartos.

Volví a tragar fuerte, a este paso me iba a quedar sin garganta y con una pérdida de saliva sorprendente. Apreté fuerte la mano y me obligué a mirar hacia el frente, nadie me iba a hacer sentir miserable sabiendo que ninguno de ellos son mejores que yo.

Después de pasar por veinte pasillos y que todos hiciesen lo mismo veinte veces, llegamos a clase. Que iba a ser otra tortura más.


En el amor todo es principio y fin, ¿ O no ? ( Rin X Tu )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora