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Mi celular parecía querer explorar con tantas llamadas y mensajes, pero algo que me aliviaba era saber que ninguno de ellos pertenecía a Charlie, y que la única persona que se disponía a hacer que mi buzón reventara, era Edward Cullen. Habían pasado un par de horas en el avión, aún podía recordar la cara de Edward cuando pise el acelerador de la camioneta y él se apartó por temor a ser arrollado con ella. Parecía irreal que había llegado al mostrador empujando gente y pidiendo el primer vuelo a Londres disponible, y fue una suerte que hubiera un asiento disponible, no me importo correr al otro lado del aeropuerto para alcanzarlo, ya estaba abordando.
El avión despegó y supe que no había vuelta atrás, esta era la definitiva y de tener oportunidad no regresaría. No había nada que pudiera calmar mis pensamientos, ni siquiera la música o las malas películas que a mi alrededor los pasajeros veían, lo cierto era que mis pensamientos se estaban alineando de una manera casi perfecta que pudiera funcionar y no terminara sonando como unos balbuceos sin sentido alguno, en mi mente sólo podía pensar en que decir, no buscaba dar excusas, solo quería ser escuchada y estaba dispuesta a todo. La sensación que en mi pecho se desbordaba con cada hora que pasaba era como si dejara de respirar, mis ojos se cerraban mientras mis manos se aferraban al asiento con fuerza, no tenía miedo a volar, sino que había algo a un mar de distancia que me robaba el aliento y hacía que mis piernas flaquearan y que me hacía suspirar como una idiota enamorada, ¿era una idiota? Si, ¿estoy enamorada? También, eso no se discute.
No era que lo quisiera arruinar, es que simplemente a veces siento que no soy yo en mi propia piel, mi intención no era lastimarte, no era mi intención crear este campo de batalla entre tú y yo, solo quería que ambos sobreviviéramos y fue como si estiraras tu mano para tomar la mía, pero yo la aparte, culpa al pasado, culpa a los recuerdos que gritaban desde su tumba, aunque no te pido que justifiques mis errores. ¿Muy poético? Tal vez, algo más sencillo, aunque sabía que en cuanto estuviera frente a él, cualquier ensayo en mi mente se iría al demonio y terminaría diciendo lo que sea, pero la idea de perderlo, era algo que me hacía querer vomitar por lo injusta que fui con él.
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Los recuerdos llegaban a mi mente, hace unas semanas estaba corriendo por una calle en Italia para salvar al hombre que alguna vez creí amar más que a mí misma, y ahora estoy corriendo por Londres como una demente intentando recuperar al hombre que amo con todo mi ser. Los ingleses parecían molestarse al ser empujados, no los culpaba yo también estaría molesta si una desquiciada corriera sin rumbo alguno empujando a todo lo que se interpusiera en su camino.
