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Becky simplemente no podía creerlo. Se le había iluminado el rostro de tal manera al cruzar aquella puerta de aquel local, sin siquiera ser consiente de ello. Su mirada se había clavado en la figura de aquella chica hermosa, como cada sábado. Pero esta vez algo había cambiado, algo que la hacia intensamente dichosa. Freen, la definición de perfección, vestía el beanie gris que le había regalado una semana atrás. Acomodando unos papeles desordenados sobre el mostrador. Siempre parecía tan despreocupada. Como si estar de buen humor fuera lo más común y corriente para ella. Se acerco hasta ella sin poder contener una estúpida sonrisa de niña enamorada. Pensó que ese era, tal vez, el momento oportuno de que fuera ella quien rompiera el hielo con una broma esta vez.

-Bonito beanie- dijo sin poder evitar algo de timidez en su comentario.

Los ojos avellana del mas hermoso color se encontraron con los suyos. Como siempre el mundo pareció detenerse y desaparecer alrededor.

-Gracias. Me lo regalo alguien importante para mí en mi cumpleaños.

Becky no podía resistir tanta ternura. Su rostro. Su voz. ¿Por qué debía ser tan apacible en cada cosa que hacía?

-Ven. Hay chocolate caliente en la cocina.

Una vez en la cocina ambas sostenían en sus manos una gran taza de chocolate caliente. Sabia deliciosa. Freen se encontraba sentada en la encimera, con las piernas colgando; Becky en cambio se encontraba en una silla. A Freen le gustaba empinar bastante su taza para que quedara una marca de chocolate por encima de su labio, simulando un bigote, y luego lamerlo. Solo para ver como Becky se divertía al verla hacer eso.

-Sabes...- dijo cortando lo que era un silencio para nada incomodo- sentí ganas de usar el beanie desde el momento en que me lo obsequiaste. Pero no forma parte del uniforme del local pues, tal vez podría traerme problemas. Pero hable con el señor Smith a mitad de semana, dijo que no había problema alguno.

-Que bueno que te haya gustado.

-Tu...- dijo, pero se calló a sí misma rápidamente dando otro sorbo del espeso y dulce líquido.

- ¿Qué?

Freen negó apenas con su cabeza, una pequeña sonrisa y su mirada baja.

Entonces el armonioso silencio de hace unos instantes se tensó un poco.

Pasaron unos minutos en silencio hasta que acabaron el chocolate. Para sorpresa de ambas Becky fue quien rompió el silencio.

-Mi psicóloga dice que he mejorado mucho.

La mayor frunció el ceño disimuladamente, dejo su taza a un lado y se concentro en cada palabra de la menor.

De acuerdo. Esto podía interpretarse como un antes y un después en su relación con Becky. Por primera vez desde que la conoció, sintió que estaba confiándole algo realmente personal. Algo importante para ella. Estaba muy feliz por eso. Como era de esperarse, ella no la presiono para hablar al respecto.

-Hace tres meses- tomaba bastante aire al hablar, dado que hablar en cantidad no es algo a lo que estuviera acostumbrada, pero con Freen todo fluía mas libremente-apenas si hablaba. Apenas un par de escasas y necesarias palabras al día. A la semana. Pero eso cambio. Gracias a ti.

El corazón de Freen latía rápido de uro regocijo.

-Estoy segura de que el mérito es tuyo, Becky.

- ¡No! - alzo apenas la voz, sorprendiendo a Freen- en verdad. Me gustaría que hubiera una manera en la que pudiera agradecerte.

Freen no podía sino observarla con una mirada totalmente conmovedora. Podía ver la sinceridad en sus ojos. Cada palabra venia desde lo profundo de su corazón. Lo que estaba a punto de pedirle era una locura.

-Existe algo.

-Dime que es- suplico.

Freen mordió su labio y alejo estúpidos pensamientos de su mente que no debían estar ahí.

-Mi canción favorita.

-No comprendo.

- ¿Recuerdas la costosa guitarra que Ali compro hace semanas?

-Si.

-Pues, ella ya tenia una guitarra antes. Por ende, ahora posee dos guitarras. Y en los últimos días se ha dedicado a enseñarme como usarla. Incluso me presta su antigua guitarra para llevarla a casa y practicar ¿Conoces la canción losing my religión?

-Si.

-Es mi canción favorita. He estado practicando mucho y lo seguiré haciendo. Pero si hay algo que me haría realmente feliz, es que tu la cantes conmigo.

Becky la observo con los ojos sumamente abiertos.

-Yo... no creo que pueda- se removió incomoda.

-Claro que puedes. Si lo que quieres es agradecerme por algo que tu estas convencida que hice; esa es la manera indicada.

- ¿La cantaríamos juntas?

-De principio a fin. Juntas.

Becky lo medito durante largo rato. Un escalofrió nervioso recorrió su espina dorsal. Eso sin duda debía se lo mas complejo que le habían pedido en su vida. Temblaba un poco. La idea de poder lograrlo estaba presente en todo momento en su mente, no la dejaba tranquila. Pero, por otra parte, oía un eco. Una voz de conciencia que le decía dulcemente que ella odia hacerlo. Que no decepcionaría a Freen. Que podía lograr que se sintiera orgullosa de ella. Agradecerle todo lo que había hecho cumpliendo su pedido. Tomo una gran, una enorme cantidad de aire.

-Lo hare- dijo exhalando y con los ojos cerrados, tratando de asimilar lo que acababa de decir.

- ¿Lo harás? – pregunto con el rostro radiante de alegría.

Becky al ver su expresión supo que por muy difícil que le resultara lograrlo, había tomado la decisión correcta.

-Si.

-No puedo creerlo ¡Muchas gracias! - dio un salto de la encimera- no soy muy buena aun, pero mejorare, lo prometo. Practicare durante horas si es necesario. Será mi desafío del próximo mes. Por cierto... ¡Feliz casi Halloween! Se que me estoy adelantando, pero, tú sabes.

Becky mordió su labio mientras sonreía al ver la euforia de Freen. Su emoción era palpable. Ella estaba preocupada porque no estaba segura de poder hacerlo, pero Freen no dejaba de repetir una y otra vez que ella también debía practicar. Lo tomaría como un acto de autosuperación. Uno que harían juntas. Pero ellas mismas y por la otra.

-No sabia que se felicitaba, pero, feliz casi Halloween, Freen.

La chica de los CD's | Adaptacion freenbecky | TERMINADAWhere stories live. Discover now